Noticias El Periódico Tarija

Uno de los descuidos más grandes y lamentables sin duda consiste en no haber inculcado a generaciones enteras ese sentimiento de protección de nuestro medio ambiente, no hacer educado a la población a cuidar “su casa”, la única que tiene, a comprender que no se puede vivir “desportillando” nuestro hábitat porque es un atentado contra nosotros mismos. Las autoridades de turno en una frenética carrera por ganar “puntos políticos” creen que construir selvas de cemento consolidara su liderazgo pero no analizan a costa de que, correr detrás del éxito electoral olvidando que en su paso caen árboles, bosques y ecosistemas enteros que conviven con nosotros y que no serán restituidos.

Contribuimos con distintas actitudes a impulsar el consumismo vigente en la sociedad, nos hemos convertido en depredadores por excelencia de los mercados pero también de la naturaleza, generamos miles de toneladas de basura por día, la dejamos por doquier, en cualquier momento. Usamos el planeta como un gran basurero. Nuestro mal comportamiento ambiental es un tema de debate que abordaremos en su momento con mayor amplitud. Preocupa sobre todo la responsabilidad de nuestras autoridades sobre el destino que se les da a nuestros desechos, existen sociedades que están aprendiendo que esto no puede continuar y se han ido educando para cambiar de rumbo.

Restarle importancia a quienes hablan de cuidar el medio ambiente creyéndolos “yatiris” que se pierden mirando las estrellas es mostrar simplemente un extravío absoluto del sentido de la realidad y el ritmo acelerado de degradación que sufre el planeta. El subestimar las consecuencias de la falta de control de nuestras acciones sobre el entorno es no entender nuestra responsabilidad como habitantes de este mundo. Los cambios climatológicos, los fenómenos naturales que se convierten en desastres, los glaciares que se deshielan, los ríos que se secan, las temperaturas extremas hacia arriba o hacia abajo, las extrañas y nuevas enfermedades, la proliferación de otras no tan nuevas pero igual de peligrosas, son una evidencia de que nuestra presencia no pasa desapercibida peor aun cuando no demostramos el mas mínimo respeto por la naturaleza y el universo, cuando nos creemos sus dueños y tan solo somos sus eventuales pero nocivos inquilinos.

En Tarija ciudad, toda nuestra basura va al mismo lugar no importa de donde venga ni qué origen tenga. Vidrios, metales, plásticos, papel, comidas, líquidos, pilas o baterías, etc. son tratados por igual en una espantosa y letal política de “no discriminación”. En décadas no se han generado las condiciones para tratar de manera distinta esos desechos que por sus características implican mayor o menor riesgo para la población. En décadas no tenemos un botadero moderno, tecnológicamente preparado para discriminar la basura. Hasta hace poco los desechos medicinales o provenientes de hospitales eran tratados como las sobras de comida que Ud. desecha después de una fiesta sin importar los niveles tóxicos o de contagio de enfermedades que pudieran tener poniendo a la población en altísimo riesgo, eso en pleno Siglo XXI no ha cambiado. Basura que simplemente es enterrada por toneladas y a merced de la “bondad” de la madre tierra a quien le damos pesado paquete para digerir olvidando que los efectos de su indisposición los sentimos los mimos que le damos de comer semejante porquería. Enterrar la basura de la manera que se lo hace en Tarija es como querer mostrar una casa limpia cuando lo único que hemos hecho es poner todo el polvo debajo de la alfombra, peligrosa mentira que nos pone ante una “bomba de tiempo” a punto de explotar. Los efectos nos los percibimos al día siguiente, el tiempo se convierte en aliado de quienes nos exponen, y como la gente no importa hay quienes viven y aprovechan solo el momento.