Noticias El Periódico Tarija

La crisis del agua que se vive en La Paz sólo refleja una realidad que ya se conoce en el país, grave por cierto, igual a la que se vive desde siempre en Cochabamba, la que sentimos los tarijeños cada año a pesar de que tratan de vendernos historias que se esfuman cuando abrimos el grifo y sólo sale aire.

Nuevamente falló la previsión, falló la planificación, pero no importa porque quienes tenían y tienen esta responsabilidad tienen agua para beber y para vivir, que pase otro año no es un gran problema porque simplemente no padecen estas limitaciones que atentan contra los derechos humanos. Otra vez será la naturaleza quien, en su ciclo perfecto pero distorsionado por la influencia humana, pondrá todo en su lugar y cuando el agua abunde porque llego la época de lluvias, el pueblo desmemoriado olvidara una vez más hasta que la garganta seca le recuerde que la tragedia se repetirá, entonces se surgirán las preguntas de siempre: ¿quién es responsable?, ¿de quién depende solucionar el problema y en qué quedaron todas la promesas y planes que siempre terminan desfasándose y sin resultados?. Es más que evidente que la escasez de agua «ahoga» a la población, como lo anunciamos porque era absolutamente previsible, la época de estiaje este año no fue la excepción, los vecinos se quejan por las restricciones en la provisión pero es verdad que poco o nada se puede hacer en este momento.

Hasta lo que podemos expresar en un espacio como este es reiterativo porque ya lo hicimos antes, las sugerencias, las observaciones, las denuncias, etc. ya se escucharon en varias otras ocasiones, el problema es que quienes reciben los pedidos de la gente se acostumbraron a escucharlos tanto que su sonido ya no les llama la atención ni tampoco su sufrimiento, se volvieron indolentes y capaces de seguir caminando como si nada sucediera y hasta con la cabeza en alto, como de quien está satisfecho por el deber cumplido se tratara. Falta agua en este pueblo, es más que evidente, los vecinos de manera aislada no son atendidos y las organizaciones creadas para ampliar sus reclamos no «amplifican nada», en extraña coincidencia de inacción con muchas autoridades de turno. No existe la conciencia de la extrema urgencia del problema y lo dilatada en el tiempo que puede ser una solución definitiva en una ciudad de acelerado crecimiento, con instituciones de servicios ancladas en el siglo pasado sin capacidad para adecuarse y prestar un servicio de excelencia en beneficio de todos. Pero primordialmente son quienes nos gobiernan desde diferentes instancias quienes deben asumir su rol y cumplir su compromiso o caso contrario dejar el cargo a quienes de verdad quieren y pueden transformar la realidad de la gente. Es vital que la gente tenga agua potable, es el más básico de los servicios y aún no lo hemos entendido, seguimos arrastrando las carencias del siglo pasado y no se ven las soluciones definitivas, sólo paliativos que los paga la población. Los hechos no acompañan las palabras, por eso estamos como estamos.