(INFOBAE) Una operación encubierta de la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés), volvió a revelar los vínculos que existen entre el crimen organizado latinoamericano y el terrorismo global.
Esta vez, la agencia destapó a una red de lavado de dinero de la que presuntamente participarían narcotraficantes colombianos y militantes de Hezbollah, la milicia chiita libanesa. Puntualmente, las autoridades acusaron a tres colaboradores de la organización, clasificada como organización terrorista por los Estados Unidos, según informó el sitio especializado InSight Crime.
Mohammad Ahmad Ammar, uno de los hombres involucrados, se encuentra detenido en los Estados Unidos mientras que otro, Hassan Mohsen Mansour, se encuentra bajo custodia en París, y el tercero, Ghassan Diab, sigue prófugo, aunque se cree que está en Nigeria o el Líbano.
Las acusaciones son resultado de una operación encubierta de la DEA que, a través de un informante, consultó con Ammar cómo lavar $250.000 dólares australianos a través de cuentas bancarias de Miami.
Expedientes judiciales estudiados por el diario Miami Herald describen a Ammar como un colaborador de Hezbollah, que lavaba dinero para la Oficina de Envigado, una organización criminal radicada en Medellín. El documento también describe a Mansour como un supuesto colaborador de Hezbollah y a Diab como una especie de miembro de alto perfil dentro de Hezbollah, con acceso a numerosas cuentas bancarias internacionales.
Las interacciones entre el crimen organizado latinoamericano y el terrorismo global son una preocupación cada vez mayor para las autoridades estadounidenses, mientras las evidencias de los vínculos entre Hezbollah y las redes criminales latinoamericanas se han ido acumulando desde hace algunos años. Además, supuestas operaciones de Hezbollah se han descubierto en toda la región, desde México hasta Brasil.
Debido a que la mayoría de los arrestados corresponden a contactos del grupo chiita y no militantes activos, los temores de que Hezbollah esté buscando establecer algún tipo de presencia armada o control directo sobre una actividad criminal en la región pueden ser desproporcionados.
Sin embargo, no hay duda de que el grupo mantiene contactos en América Latina que les permite tener acceso a actividades como redes de lavado de dinero, tráfico de armas y narcotráfico, las cuales representan un recurso financiero y logístico ideal para un grupo clandestino con intereses trasnacionales, concluyó InSight Crime.