Noticias El Periódico Tarija

Se dice que le preguntaron a una madre cuál era el secreto para conseguir que todos sus hijos fueran tan amados por los demás, y ella respondió: «Mi primera lección es enseñarles a sonreír…». Y resumió así los consejos que ella daba a sus hijos:

Sonríe, sonríe, hasta que notes que tu continua seriedad o tu severidad habitual hayan desaparecido, sonríe, hasta que logres que el calor de tu rostro alegre, caliente tu corazón que tiende a ser frío.

Recuerda siempre que tu sonrisa tiene un trabajo que hacer… ganar amigos para ti, y almas para Dios, puedes ser Apóstol con sólo sonreír.

Sonríe a los rostros solitarios… sonríe a los rostros enfermos… sonríe a los rostros arrugados de los ancianos… sonríe a los rostros sucios de los pordioseros…, en fin, deja que todos gocen de la belleza y de la inspiración que provienen de tu rostro sonriente.

Cuenta, si tú quieres, el número de sonrisas que la tuya haya despertado en otros durante el día, ese número representa cuántas veces tú has fomentado la felicidad, la alegría, el ánimo y la confianza en otros corazones.
La influencia de la sonrisa se extenderá hasta donde tú ni siquiera alcanzas a sospechar, tu sonrisa te abre muchas puertas, allana las dificultades y hasta puede obtenerte excepcionales favores… puede ganarte un sinnúmero de verdaderos amigos… puede ser un comienzo de conversión a la Fe.

Y sonríe también a Dios aceptando lo que él quiere que te suceda, porque ya sabes que todo redunda en bien de los que aman al Señor.
Sufrir con amor es delicioso, pero sonreír en el sufrimiento es el arte supremo del amor, sonreír en el sufrimiento es cubrir con pétalos vistosos y perfumados las espinas de la vida para que los demás sólo vean lo que agrada, y Dios, que ve en lo profundo, anote lo que nos va a recompensar.
Y así obtendrás que en el último día, Cristo tu único Juez, te sonría también satisfecho y te lleve a donde nunca vas a dejar de sonreír