AGENCIAS
(octubre 01/2016) Las FARC pidieron este viernes perdón por la matanza de 35 personas perpetrada el 23 de enero de 1994 en La Chinita, un humilde sector del barrio Obrero de Apartadó, próspera localidad agroindustrial del departamento de Antioquia, en el noroeste de Colombia.
«Compenetrados con el más profundo sentimiento de humanidad y de respeto hemos venido a La Chinita 22 años después de aquel triste 23 de enero con el corazón compungido a pedirles perdón con humildad por todo el dolor que hayamos podido causar en el transcurso de esta guerra», dijo el jefe negociador de las FARC en los diálogos de paz, Luciano Marín, alias «Iván Márquez».
En el acto, celebrado en el colegio San Pedro Claver de Apartadó, alias «Iván Márquez» afirmó: «los muertos de La Chinita son también nuestros muertos porque así lo sabemos, lo sentimos de corazón».
La matanza de La Chinita, una calle estrecha del barrio Obrero, fue perpetrada cuando vecinos que participaban aquella noche en una fiesta fueron atacados con disparos de fusil por miembros del V Frente de las FARC en guerra contra desmovilizados de la guerrilla del Ejército Popular de Liberación (EPL).
«Jamás debió ocurrir lo ocurrido en aquella noche», agregó el jefe guerrillero, quien dijo que «nunca el mando de las FARC ordenó tal atrocidad pero aquí estamos para responder como colectivo, como organización».
Al referirse a los 34 hombres y la mujer asesinados esa noche de terror, «Iván Márquez» dijo que los miembros de las FARC quieren «rendirle tributo reconociendo su inocencia y su amor por la vida».
«Queremos restablecer las relaciones que nos dañó la violencia, por eso hemos venido a hablarle a los corazones heridos», agregó el jefe guerrillero, en el acto de reconocimiento de responsabilidad en el que también estuvieron otros mandos de las FARC como Félix Muñoz, alias «Pastor Alape», y Luis Óscar Úsuga, alias «Isaías Trujillo».
Tras recordar que «todos en la vida hemos cometido errores, algunos con consecuencias más graves que otras», Márquez añadió que «hablar con la verdad pura y limpia sana las heridas del alma por muy profundas que éstas sean».