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Se dice que una vez un hombre fue a pedir trabajo de leñador a un bosque. El capataz a cargo del aserradero le dio un hacha y le deseo suerte.

Sorprendentemente el hombre logro cortar 30 árboles en su primer día de trabajo por lo que el capataz lo felicitó y le dijo que estaba a punto de romper el record de 31 árboles que había logrado otro leñador años atrás.

El hombre motivado por los comentarios de su jefe, decidió levantarse al día siguiente más temprano para poder superar el record, pero asombrosamente ese día cortó solo 20 árboles.

Consternado por haber fallado, pensó que además de madrugar debía de esforzarse todavía más por lo que en su tercer día de trabajo se levantó mucho más temprano y empleó todas sus fuerzas, pero increíblemente ese día cortó solo 15 árboles.

El hombre no sabía la razón de su fracaso por lo que fue con su jefe para platicarle lo acontecido. El capataz lo escucho atentamente y le dijo: “Antes de que sigas quiero hacerte una simple pregunta… ¿te has dado tiempo para afilar tu hacha?

A lo que cabizbajamente le respondió el leñador: “No, la verdad no lo he hecho… ya que he estado muy ocupado esforzándome por tratar de cortar más arboles…”.