AGENCIAS
El clásico fue para Oriente. Lo liquidó cuando tuvo espacios y no lo dejó reaccionar hasta que acabó el partido. El 3-1 no admitió discusión, porque Oriente le ganó el coraje con tres goles indiscutibles en la primera parte y porque además, aniquiló anímicamente a Blooming sin darle chance de levantarse en el complemento.
Oriente necesitaba ganar y lo hizo para escalar al segundo lugar de la tabla (12 puntos) y ratificar que apunta a ser gran protagonista. Arriba se lució Freitas, bien respaldado por Melgar, Azogue y Román que terminaron siendo pilares para estructurar la victoria. El clásico 175 de la historia liguera, fue albiverde
La primera etapa fue para un Oriente brillante, porque no solo se marchó ganando, sino con tres goles de ventaja que dejaba a su rival herido de muerte. Blooming había presionado en los primeros minutos, con el tiro libre de Joselito Vaca, pero Oriente iba a reaccionar pronto y con gol. El primero a través del uruguayo Freitas (11’).
Llegó un tiro libre y lo pidió, se paró delante del balón y sacó un zapatazo seco, fuerte y a media altura. Resultó inatajable para Hugo Suárez dándole a Oriente el 1-0. Era el aliciente que esperaba porque a los 16’ y antes de permitirle a Blooming reaccionar, vino el 2-0 a través de Ronald Raldes, que cabeceó de globito un centro de Melgar.
Los celestes no podían creer lo que pasaba e intentaron ir por el descuento, pero los remates de Sales y de Vaca, que devolvió el parante (27’), solo fueron un susto. Oriente terminó cerrando ese buen primer tiempo, con el 3-0 marcado por Gonzalo Sena (41’) que había ingresado por Ribera. Cerró bien una jugada de contragolpe.
En el complemento Blooming avisó con el cabezazo de Andaveris, pero Viscarra desvió con solvencia. Intentó meter presión, pero el equipo lucía displicente, inseguro y hasta liquidado pese a que aún faltaba un tiempo. Su rival apostó a la contra, con Freitas poniendo en jaque a Bocchino y Cuéllar que incluso terminó expulsado.
El descuento llegó a los 90’ marcado por Salinas de penal, pero el resultado ya estaba cantado, no había cómo darle vuelta.