Días como estos son importantes para intentar rescatar ese vínculo que nos une con nuestro entorno, con la naturaleza, con el medio ambiente, con nuestro propio cuerpo, seguramente muchos no estarán conformes de que no se permita la circulación de motorizados, seguramente a muchos no les cayó bien pues cortó sus planes. Es irónico que tengan que advertirse medidas coercitivas para que respetemos y cumplamos…si no fuera así, con seguridad que calles y avenidas estarían inundadas de autos, motos, etc.
No se trata sólo de darle espacio al peatón, es un perfecto pretexto para compartir con la familia, para hacer lo que no hacemos regularmente, salir a caminar, a pasear en bicicleta, interactuar de manera distinta. Es un día para conversar mientras se realizan estas actividades, otros lo aprovechan para un almuerzo sólo entre los que forman el círculo familiar estrecho, sin invitados, sin que venga nadie de otra casa, por tanto, es una jornada diferente que nos abre un sin número de oportunidades para salir de la rutina, del estrés, de la falta de tiempo, que nos aleja y que hace que perdamos momentos que nunca más volverán.
También no se puede desconocer que la ciudad descansa, de mucho ruido, de muchos gases, de agentes contaminantes, de actividades tóxicas que nos envuelven y enferman lentamente, las calles se transforman en inmensos paseos que se llenan de gente, de parejas que van de la mano, de niños que corren sin temor de ser atropellados, las luces rojas de los semáforos pierden sentido, casi nos tendríamos que olvidar de aquello de mirar a un lado y al otro antes de cruzar y decimos casi porque a pesar de las advertencias, no faltan aquellos dispuestos a romper el orden, a ir en contra ruta, exponiendo al resto. Finalmente no es ni un día completo, son 14 horas continuas en las que debemos ser capaces de salir del formato en el que nos hemos acostumbrado a vivir y redescubrir hábitos que eran nuestros y que hemos olvidado, este día es un muy buen pretexto para recuperar la memoria.