Miguel Manzanera S.J.
El viernes 16 de septiembre de 2016 el papa Francisco recibió, en la Sala Clementina del Vaticano a los participantes en el curso anual de formación de los nuevos obispos y les invitó a practicar la pastoral de la misericordia en las iglesias particulares que se les confiaron.
Resumimos su discurso en el que el pontífice invitó a los nuevos prelados a ser «ministros de misericordia, con santidad, verdad y amor» y a no tener miedo de «proponer la Misericordia como síntesis de cuanto Dios ofrece al mundo, porque a nada más grande puede aspirar el corazón del hombre».
Les pidió no avergonzarse “de las veces en que se han sentido alejados de los pensamientos de Dios”. “Al contrario, abandonen la pretensión de la autosuficiencia para confiarse como niños a aquel que revela su reino a los pequeños. Dios nos libre de dejar de sentir ese escalofrío, de domesticarlo y vaciarlo de su potencia ‘desestabilizadora’”.
Francisco sostuvo que “es bueno dejarse atravesar por el conocimiento amoroso de Dios”, y afirmó que consuela saber que “Él realmente sabe quiénes somos y no se asusta de nuestra pequeñez”. El Papa les pidió que al pasar la Puerta Santa en el Año del Jubileo de la Misericordia lo vivan intensamente como experiencia de gratitud, reconciliación, confianza total y “entrega sin reservas de la propia vida al Pastor de Pastores”.
Asimismo, los llamó a que le pregunten a Dios “el secreto para hacer pastoral su misericordia en sus diócesis” y subrayó que “es necesario que la misericordia forme e informe las estructuras pastorales de nuestras iglesias”. “No se trata de rebajar las exigencias o vender barato nuestras perlas”, precisó, e insistió en pedirles que no tengan miedo de proponer la misericordia “como resumen de lo que Dios ofrece al mundo”.
«Dios los precede en su amoroso conocimiento. Él los ha pescado con el anzuelo de su sorprendente misericordia. Sus redes se han ido misteriosamente apretando y ustedes no han podido resistir hasta dejarse capturar. Conozco bien que aún ahora una emoción los invade al recordar la llamada que llegó por medio de la voz de la Iglesia, su Esposa».
El Papa les recordó, además, que hacer pastoral la misericordia no es otra cosa que hacer de las iglesias “casas que albergan la santidad, la verdad y amor”, y les dio tres consejos para hacerlo: “Ser obispos capaces de encantar y atraer”, “ser obispos capaces de iniciar a aquellos que les han sido encomendados” y “ser obispos capaces de acompañar”.
“El mundo está cansado de encantadores mentirosos y de sacerdotes y obispos a la moda. La gente se aleja cuando reconoce a los narcisistas, manipuladores, defensores de las propias causas, anunciadores de cruzadas vanas”. Más bien, pidió el Papa, “hay que satisfacer a Dios, que ya se presenta antes de vuestra llegada”.
El pontífice les pidió a los obispos que miren la “singularidad” de cada uno de sus fieles y que hagan todo lo posible para “alcanzarlos” y “recuperarlos”. Francisco les recordó la importancia de acompañar, como el “Buen Samaritano”. Acompañar al clero, a las familias, especialmente a las más heridas: “Detenerse para dejar que vuestro corazón de pastores sea atravesado por la visión de su herida, acercarse con delicadeza y sin miedo”.
Durante su discurso, el Santo Padre ha pedido a los nuevos Obispos que «no se avergüencen» de las veces, en las que «se han sentido alejados del pensamiento de Dios». «Al contrario, abandonen la pretensión de la autosuficiencia para confiar, como los niños, en aquel que a los pequeños ha revelado su reino», ha manifestado Francisco.
Además, el Pontífice ha invitado a los participantes en el curso de formación a orar juntos y a pedir la bendición de Dios. Recordamos también el mensaje del Papa Francisco en red social Twitter: «Sólo quien se hace pequeño ante el Señor, puede experimentar la grandeza de su misericordia».