Este viernes se vivió una jornada particular porque se incendió un camión en plena vía pública, de hecho que nos parece algo grave, algo serio, la buena fortuna jugó un papel importante pues no hubieron mayores consecuencias que las materiales, la población se vio sorprendida por este suceso y fue el comentario generalizado al mejor estilo de la Tarija pueblo de hace unas décadas atrás.
Pero más allá de lo llamativo del tema es que de nuevo se desnudaron las falencias de la ciudad para atender situaciones como ésta, no existe una respuesta oportuna y rápida, nuestros mecanismos de defensa están congelados aunque otros dirían que están petrificados, no existe capacidad de prevención y menos de reacción. Se tuvieron que utilizar baldes para combatir el fuego, casi como siempre se hizo, la gente, el pueblo solidario, exponiendose riesgosamente, peligrosamente, enfrentando la realidad que nos dice que aún hoy no estamos preparados para atender situaciones así. Vienen a nuestra memoria escenas de hace años cuando un incendio cobraba fuerza en la cordillera de Sama y los soldaditos fueron movilizados para sofocarlo, triste fue ver que tenían que apagar el fuego con ramas y otras personas llegaban con baldes llenos de agua y hasta botellas de plástico, con tal de ayudar. Tampoco olvidemos el voraz incendio en el mercado campesino que por su rapidez de expansión no dio tiempo para evitar lo sucedido, aunque no solo se puede mirar la velocidad de expansión del fuego sino más bien la lentitud de reacción de nuestras instituciones.
Observamos en su momento el hecho de que se ensancharan las aceras del centro de la ciudad y no se tomarán necesarias previsiones para instalar hidrantes en cada esquina por lo menos considerando que en caso de emergencias, para el carro bombero o cualquier otro vehículo de socorro sería imposible abrirse campo en una calle a la que la han convertido sólo de un carril, con veredas con faroles y postes, con jardineras y árboles, que por más que se vean «bonitos» se constituyen en un serio estorbo para las tareas de rescate y socorro.
No dudamos ni por un segundo que la voluntad inquebrantable de los bomberos esta ahí, intacta, al punto de dar la vida misma por salvar otras, pero no sólo con buena voluntad se hace patria, se deben contar con los mecanismos precisos que permitan que esa predisposición se plasme en resultados concretos positivos, no sucede tal cual porque los medios con los que cuentan son precarios y eso influye hasta en la capacidad de reacción que estos grupos de auxilio deben tener. Por momentos nos da la impresión que a nuestras autoridades no las recibes pero nosotros sabemos que no es así y sólo queda flotando la duda sobre si efectivamente les interesa proveer a la ciudad de los insumos suficientes para luchar contra estos fenómenos imprevistos.