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Susana Seleme Antelo

 La revista Poder y Placer me solicitó un comentario sobre una encuesta realizada en agosto pasado. En realidad eran dos: una con Evo Morales como candidato, en la que gana él; y otra sin él, en la que gana Carlos Mesa.

La pregunta obvia era: “Si el próximo domingo se realizaran en el país elecciones generales, ¿por quién votaría Ud para Presidente si los candidatos fueran los siguientes?” Y figuran varios nombres.

Mi comentario, más bien observación fue ¿por qué colocar al actual presidente Evo Morales en una encuesta, para una cuarta elección en 2019, si constitucionalmente no está habilitado para hacerlo? ¿Por qué insistir, si la ciudadanía expresada en las urnas, el 21 de febrero de 2016 dijo NO al  intento  de re-re-reeleción y, además, ese  NO ganó,  a pesar de las trampas?

Volver a presentar a Morales como candidato es desconocer la masa crítica que el 21F se pronunció en contra “del  poder para toda la vida”, como pretenden Morales y los suyos, característica propia de autócratas y dictadores.

No son acciones menores las citadas, son sustantivas a la vida democrática, tan venida a menos en los últimos 10 años. Tanto que Morales, caudillo al fin, promueve que su mayor base de sustentación política –la “republiqueta” de los cocaleros de Chapare,  que cultivan la hoja de coca, materia prima de la cocaína-  lo hayan nombrado ‘su’ candidato para 2019. O que sus conmilitones manifiesten que su alejamiento de la presidencia no depende de su voluntad, sino del pueblo, en este caso solo ellos.

¿Y quienes dijimos NO el 21 F, acaso no somos parte de esta Bolivia mezclada y mestiza, pluri y multi antes de que nos impusieran un Estado Pluri Nacional, sectario, excluyente, antidemocrático, con la corrupción pisándole las rodillas, ya no los talones, amén de sus ínfulas totalitarias?

En un país donde hubiese respeto a la institucionalidad democrática, hoy desterrada, cumplir lo que ordena la Constitución Política del Estado, que costó tres muertos provenientes del pueblo sencillo no oficialista,  en la Calancha, debiera ser la norma. Es decir, Evo Morales no puede ser candidato en 2019.

El problema es que han violado tantas veces al Constitución, que nadie se conduele por ella. Tampoco el supuesto interesado, en este caso ilegal candidato, ni el resto oficialista, ni otras personas. A mi si me importa, por eso no comenté los datos de la  encuesta –que ya saldrá – en la que Morales es presentado como candidato. ¡Es inconstitucional y ahí no hay nada que deliberar!

La otra muestra sin él, merece otras consideraciones. La primera, faltando más de tres años para octubre de 2019, cuántas de esas personas han presentado oficialmente su supuesta candidatura? A Carlos Meza, el favorito en esa muestra ¿le basta su buena gestión como buen vocero de la causa marítima, hoy también venida a menos? Esa vocería no le suple el necesario partido político, ni el programa de gobierno, ni el liderazgo. Deberíamos empezar a darle seriedad a los procesos electorales, ver y analizar partidos, programas y candidatos cuando ellos estén en la palestra política.

La Bolivia de Morales va mal, no solo porque nunca estuvimos “blindados” ante la crisis, que ya golpea duro, sino porque en tiempos de vacas flacas,  su fachada democrática ya no garantiza la paz social  ni tiene instrumentos para controlar la violencia, la agresividad y el odio descarnado entre los semejantes.

¿Salvando las diferencias, es esta la «banalidad del mal» de la que habló Hanna Arendt en su libro “Eichmann en Jerusalén”, y la vida de ese personaje que parecía un hombre común en la Alemania totalitaria?  En ese época “todo” parecía normal, desde el temor instaurado que cortaba la respiración,   pasando por buscar la muerte jurídica de las personas, la eliminación de su subjetividad,  hasta su exterminio físico real?   ¿A eso se refiere el Vice cuando habla de “robarle el alma a los k’hras”? (Blancos)

En la Bolivia de Morales todo parece normal: quedarse en el poder «para toda la vida» aunque diga que se va; inventarse guillotinas judiciales para escarmentar a quienes piensan diferente, autoridades de oposición y periodistas, o meterlos presos u obligarlos al exilio;  tener presa a gente inocente hace 8 y 7 años, en juicios sin sentencia;  mandar a hacer encuestas con un candidato ilegal; exigir  a las mujeres que quieran acceder a cargos electivos a tomar cursos de “ideología” sobre la vida de la indígena Bartolina Sisa, que fue una gran mujer, ¿y a los hombre por qué no? Machistas y patriarcales sin atisbos de expiación. Y también  parece normal matar. O dejar que se maten unos a otros, violenta e impunemente, sin que medien rasgos de humanidad alguna.

No se trata solo de los últimos 5 muertos del conflicto cooperativista-minero. Son  muchos más. Y aquí todo parece normal. Pero no lo es. Menos aun presentar a Morales como candidato en 2019. Es inconstitucional, además de hacerle juego a los impostores,  que dicen que se van, pero no quieren irse.