Marcelo Ostria Trigo
Para conocer el nivel de apoyo a gobiernos y mandatarios, la opción es recurrir a encuestas serias. Las recientes muestran que varios mandatarios latinoamericanos han perdido el respaldo de sus compatriotas, lo que indica la ausencia de uno de los fundamentos de la democracia: un gobierno que represente a la mayoría.
Estos son algunos resultados de dichas encuestas: El presidente Nicolás Maduro de Venezuela, ahora solo tiene el respaldo del 11% de los venezolanos y, en un referendo, sería derrotado con una diferencia de casi el 60% (Alfredo Keller y Asociados) . La popularidad de la presidente de Chile, Michelle Bachelet, según la encuestadora CEP ha caído al 15 %. Al presidente uruguayo Tabaré Vásquez, solo lo apoya 25 % de sus compatriotas (CIFRA). El presidente colombiano Juan Manuel Santos, que está en medio de una arriesgada negociación de paz con las FARC, tiene el respaldo de solo el 24 % (Gallup). El ecuatoriano Rafael Correa cuenta con el apoyo de solo el 35% de sus connacionales (Sedatos-Gallup). En Brasil, a la presidente Dilma Rousseff, antes de su suspensión, la apoyaba solo el 8 % de los brasileños y a su sucesor Michel Temer no le va mucho mejor: solo alcanza el 14 % (Datafolha). El mandatario mexicano, ve su popularidad disminuida a solo el 23 % y Ollanta Humala, abandonó la presidencia del Perú con el apoyo de solo 19 % de sus connacionales. Todos muy por debajo de la mayoría.
La desconfianza en las elecciones también causa rechazo. Es el caso del presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, empeñando en hacerse reelegir otra vez. Una reciente encuesta revela que los próximos comicios concitan un muy bajo índice de confianza pública.
El presidente de Bolivia, Evo Morales, tampoco conserva el respaldo que tuvo en 2005 cuando fue electo. Acosado por los escándalos de corrupción y el derroche de los fondos públicos provenientes de las exportaciones, ha perdido en el referendo de febrero de 2016, frustrando el propósito de legalizar su reelección indefinida.
¿Se puede gobernar sin apoyo ciudadano? Gobernar sí, pero sin legitimidad. Esto es de difícil solución; el recurso del referendo revocatorio no siempre resuelve esta distorsión. Los acosados por el disenso popular resisten que se consulte a la ciudadanía sobre su permanencia en el poder. Por esto Winston S. Churchill sentenció: «… se ha dicho que la democracia es la peor forma de gobierno, excepto por todas las otras formas que han sido probadas de vez en cuando». ¿Habrá alguna fórmula para superar esto?