(INFOBAE) El ser humano vive en pareja desde tiempos inmemoriales, pero la forma de hacerlo ha ido cambiando según cada cultura. En los últimos tiempos y de la mano de variados cambios en la sociedad occidental, surgen nuevas formas de establecer vínculos.
Desde el «para toda la vida» hasta los casados que viven en casas diferentes, existen algunas variantes sobre cómo es «estar en pareja». Una de estas nuevas formas son las llamadas «parejas singles» o los «solteros casados».
Estas parejas se manejan casi como si estuvieran solos. ¿Qué quiere decir esto? Sería como no estar ni casado totalmente, ni soltero completamente. En estas parejas sus integrantes siguen saliendo establemente con sus amigos, se van de vacaciones -en parte con su pareja y en parte con sus amigos-, y tienen actividades programadas que excluyen a su «media naranja». Estas parejas intentan conservar las actividades que tenían antes de estar en la relación y no perder cosas por el hecho de estar en un vínculo; tienen un formato más flexible y al mismo tiempo menos «comprometido».
«Parecería que las personas que proponen estas parejas ‘single’ no quieren perder nada. Detrás de esto quizás nos encontremos con un excesivo narcisismo que dificulte el poder compartir con el otro. Quizás, esta sea una época de excesivo narcisismo generalizado», analizó el licenciado en Psicología Sebastián Girona (MN 44140), para quien «todas las personas tienen cierto grado de narcisismo, que en cierto nivel es necesario para poder vivir; el problema como siempre son los excesos».
Mucho o poco narcisismo genera conflictos en una persona. En este caso vamos a analizar al que tiene mucho, sería como el exponente de la frase «todo para mí y lo que sobra para vos».
«Estar en pareja implica perder cosas, pero por sobre todo implica ganar. Cuando estamos en pareja, inevitablemente en mayor o menor medida, se deben resignar cosas, porque tener que resignar algo está en el núcleo central del hecho de tomar decisiones, es inherente a eso -profundizó el especialista-. Pero en el mismo momento que pierdo algo, estoy ganando otra cosa. En este caso, una persona que decide estar en pareja dejaría de lado parte de sus actividades personales pero ganaría un compañero o compañera».
La dificultad de perder algo y un narcisismo excesivo y hasta a veces patológico, está íntimamente relacionado con los aspectos infantiles de esa persona.
Y tras asegurar que «todas las personas tienen estos aspectos porque todos pasamos por esa etapa en la vida», Girona remarcó: «El problema es cuando una persona tiene más aspectos infantiles o adolescentes que adultos. Los niños suelen tener esta actitud muchas veces de querer ‘todo’ o querer hacer siempre lo que se les viene en gana y por supuesto poseen baja tolerancia a la frustración. Será tarea de los padres que ese niño pueda desarrollarla y así aprender a lidiar con las cosas que no salen como queremos. En una personalidad con excesivo narcisismo algo de este proceso quizás no se terminó de realizar o se hizo con dificultades».
En el marco de estas nuevas formas de pareja también surgen los denominados «permitidos». La pareja, por «contrato», contempla la posibilidad de que el otro esté con otra u otras personas. «La idea surge -según el especialista- de pensar que esas dos personas quieren estar juntas, se eligen, pero reconocen mutuamente que la fidelidad es muy difícil de sostener y a partir esto la introducen dentro del contrato del vínculo. Sería como naturalizar la posibilidad de que esto ocurra y a partir de esto convivir con eso. Por ende, si ocurriera, no sería esto un motivo de separación sino algo que puede pasar».
Ahora bien, ¿qué pasa si este permitido termina por producir el quiebre de la pareja? ¿Eso ya deja de ser un permitido para convertirse en una infidelidad? En principio parecería una idea más teórica que práctica. Algo que quizás suena bien cuando se acuerda pero resulta complicado llevar a la práctica y tolerarlo.
Siguiendo la línea de este tipo de vínculos, aparecen también aquellos hombres que padecen el «síndrome de Peter Pan», hombres adultos que tienen dificultades para sostener el compromiso de pareja y cuyo objetivo fundamental en la vida es disfrutar y pasarla bien.
«Para estos hombres la idea de crear una pareja y comprometerse realmente con alguien aparece más como una pérdida que como una ganancia y a partir de esto evitan el compromiso duradero a toda costa. Estos hombres sostienen las relaciones en la medida en que estas les brindan satisfacción, y cuando esto deja de ocurrir se marchan de ese vínculo en busca de una nueva relación más satisfactoria», describió Girona.
Para contextualizar un poco este tipo de relaciones y tratar de comprenderlas mejor, no puede dejar de pensarse que hoy se vive en la famosa modernidad líquida analizada por el sociólogo, filósofo y ensayista polaco de origen judío Zygmunt Bauman. Tiempos en donde el compromiso de las personas con las responsabilidades y los vínculos parecen ser más frágiles e inestables. En donde la duración de las cosas es efímera y donde prevalece el divertirse más que el esforzarse.
«Todavía son pocas las parejas que establecen la relación con estas características, pero van creciendo. Aún no sabemos si esto es una forma de tratar de evitar la pareja tradicional, con sus respectivos y conocidos problemas, o si estamos frente a un nuevo y mejorado formato de pareja que permita relaciones más duraderas y más sólidas», consideró Girona, para quien «en principio este nuevo formato parece algo más al servicio de la individualidad de cada uno que al servicio de la pareja. Parecería que está más enfocado en el ‘yo’ que en el ‘nosotros’ que toda pareja, en cualquier época, necesita construir».