Marcelo Ostria Trigo
La no intervención en los asuntos internos de los Estados es un principio de respeto universal que, infortunadamente, con el fin de satisfacer intereses de poder o con afanes de notoriedad, es violado con frecuencia, enemistando naciones. Esto no se relaciona con la preocupación por violaciones de los derechos humanos o la omisión de garantías democráticas. En definitiva es inaceptable que un presidente procure dar consejos a otro país sobre el modelo o la marcha de la economía o de cualquier otro asunto interno.
Constantemente, los gobiernos que conforman la alianza populista ALBA, denuncian —con razón o sin ella— injerencias del ‘imperialismo’ en sus asuntos internos, que se manifestarían en acciones directas para inducir al derrocamiento de sus gobiernos. Pero, hasta ahora, no se había oído de consejos patriarcales no solicitados para que un régimen de un país vecino “corrija” su política económica y social. Tampoco se había dado, la advertencia de que por esas políticas supuestamente erradas, un pueblo estaría por levantarse contra su gobierno.
Esa actitud de quienes detentan el poder sin advertir que este solo es temporal y de servicio a los ciudadanos, parece dar coraje para incursionar en temas que no se conocen. Sin embargo, hay caudillos que se sienten con autoridad para dar consejos a gobernantes extranjeros sobre medidas políticas y económicas. Cuando esto sucede, es normal esperar que esos pretendidos consejos se tomen como agravios, más aun cuando se los hace en medio de afirmaciones sobre supuestos errores y se advierte de consecuencias internas terribles.
La prensa nacional ha informado que el presidente de Bolivia, en una entrevista publicada en la revista “La Garganta Poderosa”, dijo que los aumentos de tarifas de los servicios públicos en la Argentina son muy elevados y que pueden generar que el pueblo se levante. Añadió: «Momentáneamente, en esta democracia del sistema capitalista pueden perder los pueblos antiimperialistas y anticolonialistas, como vemos en Brasil y en Argentina».
Lo anterior constituye una clara injerencia que no va a facilitar la buena vecindad ni el entendimiento con los dos países vecinos que compran el gas boliviano, sostén de la economía nacional. Esta incontinencia verbal, además, nos está alejando de casi todo el mundo. Solo nos van quedando, como amigos, los países del ALBA; otros, con nosotros únicamente hacen negocios y punto. Los cercanos, justificadamente, van sentirse agraviados por la imprudencia verbal.