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(INFOBAE) El sedentarismo mata a unos cinco millones de personas cada año y aumenta el riesgo de enfermedades crónicas como el cáncer, infartos o ictus, entre otras. Es uno de los grandes males de la sociedad, y la Organización Mundial de la Salud responsabiliza al ritmo de la vida moderna como uno de los factores que llevan al hombre a moverse cada vez menos.

Es que en la sociedad actual las personas se volvieron cada vez más inactivas debido a las comodidades, como también por los trabajos que surgieron a partir de los avances tecnológicos.

Así las cosas, un estudio llevado a cabo en siete capitales europeas profundizó en este asunto y analizó la salud y los hábitos de transporte de 11 mil personas. El trabajo fue financiado por la Unión Europea con 4,5 millones de euros e interrogó a los participantes preguntando acerca de cómo se mueven en su ciudad, qué medios de transporte usan y cuánto tiempo pasan viajando.

También incluyeron información sobre estatura, peso, accidentes recientes y su actitud frente a caminar o ir en bicicleta.

Entre las conclusiones a las que arribaron, infirieron que en muchas ciudades, el código postal influye más en la salud de las personas que el código genético. Tanto, que vivir en una zona deprimida está asociado a una mayor incidencia de cáncer y otras enfermedades, y uno de los factores que podría explicar este fenómeno -según el estudio- es el urbanismo, en especial lo bien o mal diseñada que esté una ciudad para fomentar medios de transporte saludables.

Los resultados preliminares del estudio Actividad Física a través de Transporte Sostenible (Pasta, por sus siglas en inglés) mostraron que las personas que habitualmente se mueven en auto pesan cuatro kilos más en promedio que los que se desplazan en bicicleta.

David Rojas es investigador del Instituto de Salud Global de Barcelona y destacó que «este es el primer macroestudio a nivel europeo que relaciona el índice de masa corporal con usar uno u otro medio de transporte».

Los datos preliminares del trabajo se presentaron en las siete ciudades participantes: Amberes, Londres, Örebro, Roma, Viena y Zúrich, además de la capital catalana. «Los datos finales se publicarán en tres meses y también incluirán información más detallada sobre asuntos como si la contaminación del aire disminuye significativamente los efectos positivos de moverse en bicicleta», agregó.

El trabajo es -en palabras de Rojas- «un mensaje importante para los políticos y los urbanistas que diseñan las ciudades». «Una de las ciudades analizadas, Örebro, en Suecia, tiene muchas más infraestructuras para peatones y bicicletas y también es la ciudad con niveles de actividad física más altos», resaltó el investigador, quien sentenció: «Gracias a trabajos como este sabremos cuánto podríamos ganar en salud, y no sólo en tiempo de desplazamiento, favoreciendo el transporte público».