Luis Fernando Ortiz Daza
Su boca emanaba odio, sus ojos no hacían otra cosa que corroborar el sentimiento que tenía enraizado en su alma. El odio no era hacia alguien que le había hecho daño, tenía su fundamento en lo que da por cierto de lo que escucha por la radio, lee en los impresos y ve en la televisión, da por cierto aquello que es noticia y sale de la boca del político, del dirigente, del que tiene su cuota mísera de poder.
Haciendo memoria de la política boliviana, tenemos que los políticos, los movimientos sociales y el gobierno ganan la atención de la prensa y del electorado destilando odio en contra de su “oponente”. “Esta es la manera más cobarde y fácil de hacer política; con falta de ideas propositivas, atacando y difamando al adversario, como si la política fuese el arte de enlodar a los demás.” (José Cevasco) El odio trae muerte, la defensa de nuestros derechos hasta las últimas consecuencias es muerte.
Lamentamos hoy robo, tortura y flagelo a policías por el conflicto suscitado entre cooperativistas mineros y gobierno, los policías han sido atacados por los cooperativistas y abandonados por su institución, se quejó uno de los efectivos en un reporte de Unitel. Ya se habla de muertos, ya hay una luz al final del túnel, es decir, habrá diálogo, porque éste siempre se abre con sangre.
Pobres policías, carne de cañón de las demandas sociales. Desde tiempos muy lejanos, en Bolivia se viene haciendo política en las calles a costa de la policía, los universitarios, mineros, discapacitados, cocaleros, fabriles, todos recurren a la confrontación con la policía, está en sus planes siempre provocar la reacción de la misma. Los gobiernos torpes y cobardes recurren a ella antes de aceptar el diálogo, antes de ceder a las demandas justas o no.
La policía tiene que reaccionar, les tiran fuego, los escupen, secuestran, apalean y ellos responden con el mismo odio que fueron inculcados, de su misma sangre brota la furia del explotado que enfrenta a sus disqué salvajes hermanos que matan porque el fin justifica los miedos. Porque todos nosotros pobres hijos de esta tierra tenemos derechos y esos derechos nos dan derecho de matar.
Los movimientos sociales con sus dirigentes asesinos, los partidos políticos con sus cuadros masacradores inventados allá en los orígenes de la revolución nacional. Celdas de tortura, en democracia y dictadura, justicia chuta para acusar e imputar por el poder político para aniquilar al adversario. La orden es: “vamos a hacer que a este hijo de puta se lo coman los gusanos”. “Que se pudra en la cárcel”. Ahora que sufra su familia, que lloren sus seres queridos para que sepan con quién se meten.
El gobierno nacional debe revisar sus formas de represión, no debe mandar al degolladero a los efectivos policiales, los sindicatos como este de los cooperativistas y sus dirigentes deben ser enjuiciados, no debe darse lugar a la negociación en este círculo vicioso de odio, aquí hubo secuestro, tortura, asociación delictiva, amenaza a la población civil, bloqueo de caminos, violación de derechos humanos y muchos otros delitos. Por otra parte el ministro de gobierno se debe ir, ya bastante incapacidad está mostrando en el manejo de conflictos sociales.
Los gobiernos del mundo mandan a matar, en nombre del pueblo matan, las fuerzas del orden obedecen y matan muriendo. Hay que matar al kolla, camba o campesino de mierda que reclama sus derechos, hay que decir que quieren adueñarse de la tierra, que van a comerse los niños, hay que sembrar odio. Desde la otra vereda hay que decir que el kara, el blanco siempre fue racista, discriminador, explotador y estas son verdades absolutas, no hay indio bueno, no hay blanco santo.
Todos somos dueños de la verdad, defendemos a nuestra parcialidad desde el fanatismo, no está permitido el debate, el escuchar al otro, no hay que argumentar, hay que recurrir a la intriga, hay que pisotear al otro hasta borrarlos de la faz de la tierra, así está el mundo, allá en el oriente medio a gran escala, aquí en nuestras narices germinando para no quedarnos atrás.
Los sindicatos al parecer tiene licencia para matar como lo ocurrido en el trópico en respuesta al odio y terrorismo de Estado de ese entonces, en adelante solo sabemos de enfrentamientos; de muertes, de luto y dolor como en Porvenir; el TIPNIS, la Calancha, el cerco a Santa Cruz, Caranavi, Siglo XX un poco antes. Las palizas de los cívicos en Santa Cruz, el 24 de mayo en Sucre cuando a campesinos los desnudaron e hicieron cantar un himno. Odio y más odio de uno y otro lado. Desde todo lado la consciencia de la venganza se sobrepone a la justicia.
Decía Rubén Blades: “Espero que esta lección jamás abandone mi alma y mi mente. Por lo general, a todos nos resulta difícil perdonar a quien nos causa daño. Pero es totalmente cierto que nuestro odio solo provoca la extensión y perpetuación del mismo odio que originó nuestro dolor, al nutrirlo y darle vida. Aclaro que perdonar en el alma no significa excusar ni justificar el mal acto, así como tampoco se puede desconocer la responsabilidad criminal o civil que se desprende de la acción dañina”.