Cuando veas que el cielo se pone gris, acuérdate de las veces en que lo viste profundamente azul… Cuando sientas frío, piensa en el sol radiante que te ha calentado alguna vez… Cuando sufras alguna derrota, acuérdate de todos tus éxitos y logros… Cuando necesites amor, intenta revivir tus mejores experiencias de afecto y ternura… En todos estos momentos, acuérdate de todo lo bueno que has vivido y de lo que has dado con alegría.
Recuerda con afecto los regalos que te han hecho, los abrazos y besos que te han dado, los paisajes que has disfrutado y las risas que de ti hayan brotado. Piensa que si ya has tenido esto, lo puedes recuperar y volver a tener, piensa que puedes volver a ganar.
Alégrate por lo bueno que tienes dentro de ti y por lo bueno de los demás, acepta a todos tal cual son; desecha los recuerdos tristes y dolorosos, y sobre todo no tengas ningún rencor, no te lastimes más. Piensa en lo bueno, en lo amable, en lo bello y en la verdad.
Recorre tu vida y detente donde haya bellos recuerdos y emociones sanas, y vívelas otra vez. Visualiza aquel atardecer que te emocionó, revive esa caricia espontánea que se te dio y disfruta nuevamente de la paz que ya has conocido. Recuerda que todas las imágenes de tu vida están guardadas en tu mente y que eres tu quien decide cuáles quieres volver a mirar.
Busca vivir el presente aprendiendo del pasado, no te cargues con situaciones y problemas que ya han quedado atrás. Para finalizar piensa que hace diez años, tal vez tenías un problema que probablemente ahora sea nada; y si dentro de diez años tus problemas actuales no van a ser nada… ¿Por qué vivir tristes por ellos?