Noticias El Periódico Tarija

Tengo en mis manos dos cajas que Dios me ha dado,

tiempo atrás, para que sostenga…

El día que me las entrego, el Señor me dijo: “Pon todas

tus penas en la negra, y todas tus alegrías en la dorada».
Yo escuché sus palabras, y obedientemente guardé en ambas

cajas mis alegrías y tristezas. Pero con el paso del tiempo

la dorada se fue poniendo más pesada y la negra estaba tan

liviana como cuando me la entrego.
Con curiosidad abrí la caja negra para saber por qué
seguía tan liviana y encontré, en el fondo de la caja un
gran hueco por el cual se habían caído todas mis tristezas.
Sorprendido por esto le mostré a Dios el hueco y reflexioné

en voz alta: «Me pregunto donde habrán ido todas mis penas…».

 

El Señor me sonrió y dijo: «Hijo mío, no te preocupes por

tus penas… vive con tus alegrías…”.

 

Como el Señor escucho mi reflexión, le pregunté

nuevamente: «Pero Señor, por qué me has dado las

dos cajas, y sobre todo explícame por qué la negra tiene

un hueco».

 

El Señor me respondió: «Hijo mío, como te dije cuando

te las entregué la dorada es para que cuentes tus

bendiciones, la negra es para que olvides todas tus penas

y por el hueco que tiene desaparezcan de tu vida…».

 

El Señor hizo una pausa y finalizo diciéndome: “¡Todas tus

penas están conmigo!».