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(INFOBAE) A más de 70 años del fin de la Segunda Guerra Mundial, continúan saliendo a la luz documentos, testimonios, fotografías y filmaciones nunca vistas del mayor conflicto bélico de la historia. Justamente esta semana se reveló la existencia en Rusia de una serie de diarios con registros de la vida cotidiana de Heinrich Himmler, el jefe de las SS y brazo ejecutor de los programas de exterminio del Tercer Reich.

Sin embargo, los innumerables trabajos, registros y archivos de la contienda siguen sin dar una prueba fehaciente de la muerte de Adolf Hitler, abonando todo tipo de teorías respecto a la posible huida del dictador. Esta nueva versión de la historia, que germinó en el mismo momento de la caída de Berlín a manos del Ejército Rojo en abril de 1945, cobró fuerte impulso en los últimos años, de la mano de autores locales como Abel Basti, o extranjeros, como Simon Dunstan y Gerrard Williams.

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La versión oficial asegura que Hitler se suicidó junto a su pareja, Eva Braun, horas después de contraer matrimonio en el bunker de la Cancillería de Berlín, cercada por los soviéticos. La narración acerca del suicidio de la pareja Hitler surgió de una investigación realizada por el inglés Hugh Trevor Roper, un agente de inteligencia que interrogó al séquito del Führer, concluyendo que este había puesto fin a su vida disparándose un tiro en la cabeza. En tanto, Eva Braun había ingerido una cápsula de cianuro. En la misma línea se expresó Michael Musmanno, juez norteamericano que participó del proceso de Núremberg. Musmanno también entrevistó al círculo íntimo de Hitler y arribó a las mismas conclusiones que Trevor Roper. De esas fuentes bebieron sucesivamente los investigadores de la guerra y el Tercer Reich.

Más allá de los testimonios orales, que pueden ser cuestionables, el astuto Josef Stalin sembró confusión al afirmar que Hitler había escapado «a España o Argentina», pese a que supuestamente los soviéticos tenían los restos mortales del dictador nazi. Las idas y vueltas de los rusos con el correr de los años, mostrando supuestos partes del cráneo de Hitler, que al final no resultaron tales, terminaron de poner más oscuridad al asunto.

Hitler en Argentina
Los investigadores que consideran que Hitler escapó de Berlín discrepan en el modo en que lo hizo -avión o submarino-, pero coinciden generalmente en que el destino final de su viaje fue la Argentina. También concuerdan en que el «cabo austríaco» vivió en el sur del país y que durante algunos años lo hizo en la residencia Inalco, un complejo ubicado cerca de Villa La Angostura, unos 80 kilómetros al norte de Bariloche.

El conjunto edilicio Inalco fue construido en 1943 -dos años antes del fin de la guerra- por el reconocido arquitecto Alejandro Bustillo, diseñador, entre otros, del hotel Llao Llao y el Hotel Provincial de Mar del Plata. Hay varios datos llamativos en torno a Inalco. Su construcción demandó unos cuatro millones de dólares actuales, fue emplazado en un lugar alejado y de difícil acceso y es asombrosamente similar al Berghof, la casa de descanso que Hitler tenía en la zona montañosa de Obersalzberg, en los Alpes Bávaros.

Los accesos a Inalco en la época en que habría vivido Hitler allí era muy dificultosos. El único camino terrestre era una huella de montaña y no había puentes para cruzar el río Correntoso. De esta manera, el camino más fácil para que sus moradores entren y salgan era por el lago Nahuel Huapí. Esto limitaba las posibilidades a una embarcación o un hidroavión. Estas opciones no hacen más que alimentar las sospechas de que Inalco fue construida allí y de ese manera para evitar miradas indiscretas y para controlar la seguridad del lugar.

El complejo, que está en cercanías de la frontera con Chile, tiene más de 450 hectáreas y cinco kilómetros de costa sobre el lago. En su época de esplendor contaba con un chalet principal con un gran salón con hogar y ventanales que permitían apreciar el imponente paisaje conformado por el Nahuel Huapí y las montañas. Tenía además una plaza con una fuente de piedra y dependencias complementarias, como un establo, destinadas al autoabastecimiento. Esto puede apreciarse en el recorrido que el drone de Infobae hizo por las instalaciones que habrían alojado al caído dictador de la Alemania nazi. La vieja propiedad contaba además con un pequeño hangar para hidroaviones y emplazamientos que parecen haber estado destinadas a vigilar el complejo.

Según reconstruyó Basti en uno de sus libros sobre Hitler, los terrenos originalmente pertenecían a los italianos Primo Capraro y Federico Baratta. En los años 40, Enrique García Merou, un abogado cercano a Juan Domingo Perón, adquirió las tierras y mandó a construir Inalco. En su investigación, Basti concluyó que García Merou era un testaferro de capitales alemanes y que Inalco fue administrada varios años por el empresario peronista Jorge Antonio. Incluso afirmó que el propio Perón se alojó en la residencia que cobijó a Hitler.

Con el correr de los años, las edificaciones quedaron abandonadas y en los 70 fueron compradas por el banquero José Rafael Trozzo. Dos décadas más tarde, una fundación alquiló el sitio para destinarlo a viajes de estudio de un colegio alemán de Villa Ballester. Con el fin de la concesión, y ya entrado el año 2000, Inalco volvió a quedar deshabitado. Lo último que se supo sobre Inalco es que una empresa inmobiliaria internacional ofrecía la «casa de Hitler» en venta, tasando el enorme complejo en más de 20 millones de euros.