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(INFOBAE) Tres cuartos de siglo de un clásico, de una leyenda. El 15 de julio de 1941 nació Jeep, el fabricante del gen de las 4×4. Para celebrar sus 75 años de historia, diseñaron el Wrangler 75º Salute a modo de homenaje para honrar la trayectoria de una marca con una poderosa raigambre pretérita y una vigencia indeleble en la idiosincrasia popular.

El modelo afianza el crecimiento, la evolución y la permanencia de un fabricante atravesable al tiempo. Faros redondos, parabrisas plano, parrilla vertical de siete ranuras conforman una estética definida, representativa, adoptado por el imaginario colectivo. Jeep logró una identidad, de fácil reconocimiento. El motivo de este nuevo vehículo aglomera, resume esta filiación: el homenaje de hoy -una interpretación moderna- al Willys MB, la obra que dio comienzo a una época.

Jeep se convirtió en una marca de culto. Desde el día en que Willys-Overland Motor Co. se postuló para satisfacer la demanda del gobierno de los Estados Unidos. Las Fuerzas Armadas elevaron una petición a 135 fabricantes de automóviles a fabricar un vehículo de reconocimiento liviano con una detallado lista de requerimientos.

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El arquetipo ganador debía producir 1.500 unidades con un diseño específico: capacidad de carga de 270 kilos, peso bruto inferior a 590 kilos, tracción en las cuatro ruedas, caja de transferencia de dos velocidades, arquitectura rectangular, parabrisas plegable, menos de un metro de alto y menos de dos metros de distancia entre ejes. American Bantam Car Manufacturing Company y Ford Motor Company fabricaron modelos que no convencieron tanto como el Willys MA: el primer vehículo de la historia con condiciones off-road. A principios de la década del 40, el Jeep crecía en el ámbito bélico. Una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial, la firma norteamericana invadió el mercado automotriz con un modelo sólido, eficiente, con alto nivel de respuesta.

Un modelo fácilmente distinguible, permeable al paso del tiempo. El último Wrangler 75º Salute es un tributo al Willys MB, el heredero del MA, la versión mejorada a la experiencia bautismal de un auténtico todoterreno. La traducción de una semejanza adrede entre dos autos espejo connota cierta tradición, respeto al origen y conservación de la estética. Una evolución innegable pero cuidadosa con las formas y la idiosincrasia de un auto que profesa los mismos principios desde su germen: aventura, juventud, atracción, resistencia, fiabilidad. El diseño desprendido de toda reseña al lujo, la distinción y la belleza inesperadamente sumó popularidad y simpatía por su aspecto robusto, funcional, su pragmatismo.

Desde el Willys MA hasta el Wrangler 75º Salute, las décadas fueron testigo de remodelaciones suaves de un clásico imperturbable. La transición, progresiva y arbitraria, del campo a la ciudad asignó modelos con capacidades off-road como el CJ-2A, el primer vehículo de Jeep para fines civiles, y la gama completa de los CJ y los Wrangler, y también entregó diseños modernos e híbridos, idóneos para responder fuera y sobre el asfalto, como los populares Cherokee, Grand Cherokee y el reciente Renegade.

El vehículo conmemorativo es una reinterpretación del Willys MB que está basado sobre la estructura del Wrangler Sport de dos puertas. Fue construido sobre la misma línea de ensamble, en Toledo, Ohio, donde durante varias décadas se ha producido el Wrangler y es propulsado por un motor Pentastar V-6 de 3.6 litros, acoplado a una transmisión manual de seis velocidades.

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«Creamos el vehículo de concepto conmemorativo Wrangler 75º Salute en celebración de la historia legendaria de la marca y para demostrar que después de 75 años, el icónico Jeep Wrangler de hoy es reconocido al instante y visiblemente relacionado con el vehículo original MB Willys,» resumió Mike Manley, Responsable de la Marca Jeep-FCA Global. Sus principales característica entablan reminiscencia enfática con los vehículos bélicos tradicionales de la marca: ruedas de acero de 16 pulgadas con neumáticos militares, cierres de capó, el clásico neumático de repuesto en la puerta trasera, la defensa de acero con ganchos de remolque y asientos forrados en lona. El auto exterioriza su condición única a través de detalles en madera e insignias conmemorativas en bronce.

Su cara, sus ojos, su fisonomía se mantiene inalterable. A mediados del siglo pasado, el Willys Wagon, el Wagoneer y el Cherokee habían transformado su apariencia con una cantidad variable de ocho, diez y trece barras verticales. Desde 1998, Jeep unificó su mirada: su emblemática parrilla delantera luce siete ranuras. El aniversario 75 de la primera casa de fabricación de las 4×4 rememora su linaje con un auto conmemorativo que rememora la evolución tímida del patrimonio militar a la marca de culto, un ADN transversal a sus tres cuartos de siglo.