Noticias El Periódico Tarija

Es imposible atravesar la vida… sin que un trabajo salga mal hecho, sin que una amistad nos cause decepción, sin padecer algún quebranto de salud, sin que un amor nos abandone, sin equivocarse en un negocio, sin que los hijos nos dejen para forjar sus propios destinos, sin que nadie de la familia lamentablemente fallezca. Ese, ese es el alto costo que débenos pagar todos y cada uno por vivir.


Sin embargo… lo importante no es lo que suceda, sino como reaccionamos ante la situación.

Si nos ponemos a coleccionar heridas eternamente sangrantes, viviremos como un pájaro herido incapaz de volver a volar.

Uno crece cuando no hay vacío de esperanza, ni debilitamiento de voluntad, ni pérdida de fe. Uno crece al aceptar la realidad y al tener el aplomo de vivirla. Crece cuando acepta su destino y tiene voluntad de trabajar para cambiarlo. Uno crece asimilando y aprendiendo de lo que deja detrás, construyendo y proyectando lo que tiene por delante. Crece cuando se supera, se valora y da frutos. Cuando abre camino dejando huellas y asimilando experiencias. Pero sobre todo cuando siembra raíces.

Uno crece cuando se impone metas, sin importarle comentarios negativos, ni prejuicios. Cuando da ejemplos sin importarle burlas, ni desdenes. Cuando se es fuerte por carácter, sostenido por formación, sensible por temperamento y humano por nacimiento. Cuando enfrenta el invierno aunque pierda las hojas, recoge flores aunque tengan espinas y marca camino aunque se levante el polvo.

Uno crece ayudando a sus semejantes, conociéndose a sí mismo y dándole a la vida más de lo que recibe…. Uno crece cuando se planta para no retroceder… cuando se defiende como águila para no dejar de volar… cuando se clava como ancla en el mar y se ilumina como estrella en el universo…. entonces recién… uno crece.