Marcelo Ostria Trigo
La pugna desatada en el Mercosur por la firme posición de Brasil y Paraguay de que no se entregue la presidencia rotativa a Venezuela, y la predisposición uruguaya de transferirla a Maduro -con el argumento de que su gestión termina el 1 de agosto próximo, está poniendo en riesgo la existencia de este grupo de integración.
Brasil no solo funda su negativa en la evidente crisis venezolana y la conducta autoritaria del gobierno de Caracas, sino que Venezuela aún no ha cumplido todos los requisitos para convertirse en miembro pleno del Mercosur, por lo que no podría presidirlo.
Mientras tanto, el presidente Macri, no se ha pronunciado con la misma firmeza de los gobiernos paraguayo y brasileño, pero es evidente que tiene grandes diferencias con el chavismo. Se dice que Venezuela, al ser miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, podría entorpecer la candidatura de la canciller argentina a la Secretaria General de ese organismo, lo que hace que la posición de Buenos Aires sea menos firme que la de los otros dos miembros.
De cualquier manera, esta crisis va a influir negativamente en la marcha del grupo, lo que muestra que las agudas diferencias políticas de los miembros de un proceso de integración conspiran contra la buena marcha del mismo.