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Max Murillo Mendoza

En estos días se realiza el congreso mundial de los jóvenes católicos en Polonia, lugar donde se encontraba uno de los mayores campos de concentración de judíos, y donde los horrores más indescriptibles fueron realizados por el pueblo más culto, civilizado, educado y cristiano como era el alemán. En nombre de la civilización y el progreso se exterminaron millones de vidas humanas, allá en Auschwitz cuando la segunda guerra mundial. El Papa fue a pedir perdón por los pecados humanos; pero siento que ya es una pesadez ese tipo de perdones como si se tratara de sólo el pueblo judío. Pueblo que además hoy hacen lo mismo con los Palestinos, exactamente lo mismo y con un Estado criminal apoyado por las potencial mundiales, y por los cientos de bombas atómicas construidos por los franceses en los años 60 del anterior siglo.

El show del papa argentino sigue siendo como todos los show de los anteriores papas: hipocresía de alto nivel. Algo dijo respecto de los millones de asesinados durante la colonización española, ya era un avance respecto de los anteriores papas. En definitiva, la misma iglesia tiene en sus espaldas toda la tragedia de la edad media: santa inquisición. Toda la tragedia de las cruzadas donde en nombre de dios se asesinaron millones de “infieles” en las tierras musulmanas. Toda la tragedia de la extirpación de idolatrías en América Latina, durante siglos y siglos de condena y castigo a las costumbres de los Dioses indígenas. El llamado holocausto no es nada, sino un remedo pequeño de otras enormes tragedias religiosas, encubiertas en esos shows de pedir perdón además en nombre de toda la humanidad.

El papa gaucho si es que fuera más cristiano, tendría que pedir a las potencias que paren la guerra en medio oriente: Siria, Irak y Yemen. Porque esas guerras han sido inventos directos de los potencias cristinas: Francia, Inglaterra, Estados Unidos y otras más serviles. Las mayores ventas de armas de dichas potencias se realizan en esas áreas donde se destruyen civilizaciones, culturas y costumbres distintas a las cristianas. Son los cristianos los culpables directos de esas matanzas, cuanto más crueles muy parecidas a las de la edad media y la colonización moderna. El papa tendría que pedir a las potencias que paren todas las guerras del mundo, porque el sello que tienen otra vez son la pólvora occidental y sus intereses comerciales globalizados. Para occidente el mundo es el campo de concentración más productivo posible.

Las religiones han producido las matanzas más horrorosas en la era moderna. En  nombre de todos los dioses los hombres se convierten en los más crueles. Los santos, como muchos, primero fueron soldados de ejércitos que después se convirtieron en santos. Los grupos de religiosos en realidad tienen el espíritu militar para conquistar almas, o poseerlas a la fuerza que es lo mismo. Las religiones son la mayor excusa humana para destruir culturas, justificar el poder y diseminar el miedo en la vida. Los humanos se hacen esclavos violentos cuando son víctimas del sometimiento religioso, y la competencia ridícula y cruel hace carne sangrienta en las guerras religiosas: musulmanes contra cristianos y viceversa. Las religiones son nomás opio de los pueblos, son nomás excusas perfectas para esclavizar las consciencias humanas, para no entender a los distintos o extraños. Además increíblemente las religiones siguen siendo el esquema ideal, para fomentar la división social de clases y castas en todas las sociedades, como fundamento esencial de dominio de unos pocos sobre las mayorías. La ideología de las religiones esclaviza profundamente a las voluntades humanas en todas las culturas y no deja el despegue, o la realización, del libre espíritu.

Felizmente los jóvenes ya no son presa fácil de las manipulaciones religiosas, como parte de los poderes establecidos y terrenales. Las iglesias cristianas están llenas de viejos y viejas, producto de las imposiciones sociales de antaño y sus costumbres religiosas. Los jóvenes  están decepcionados de esos engaños que sólo han producido enfermos mentales, o mercenarios convencidos de los poderes políticos a los cuales responden las estructuras religiosas modernas. La economía es el instrumento más poderoso de dominio de las religiones: proyectos, ayudas, inversiones en empresas y cosas oscuras como en el Banco Ambrosiano del Vaticano. Estructuras necesarias para domesticar mentalidades, y adormecer consciencias para que nada cambie. En esencia el objetivo de las estructuras religiosas no han cambiado desde la Edad Media: controlar a las sociedades y adormecer las consciencias humanas, para que nada cambie en las realidades.

Los holocaustos modernos actuales y matanzas colectivas cotidianas, han superado de lejos a las matanzas de los campos de concentración alemanes. Las sofisticaciones de esa locura está apoyada por las tecnologías más avanzadas, producidas en los laboratorios cristianos de occidente: tecnología para matar y destruir. No para amar. Israel hoy es parte de la maquinaria moderna occidental, que sólo sirve para matar y someter a otras culturas en nombre de los sacrosantos evangelios religiosos. Esas mentalidades cavernarias guerreristas, devienen desde hace miles de años, arrastradas por las ideologías religiosas convencidas de la superioridad y sometimiento de unas culturas sobre las otras. Increíblemente estos holocaustos modernos pasan desapercibidos en la cotidianidad del hombre occidental. Los cientos de muertos que a diario se reportan en el mediterráneo, o los asesinados en  todas las fronteras de entrada a los países ricos, las guerras de África, Asia y el Medio Oriente, las violencias de las calles en Latinoamérica que producen miles y miles de muertos cada año, pues nos estrellan en el rostro el verdadero rostro de las religiones.

Las sabidurías de nuestras religiosidades milenarias, destruidas y arrinconadas por la supuesta superioridad de la religión occidental cristiana, son realmente mucho más humanas y vivenciales con nuestras naturalezas. A estas alturas de la crueldad religiosa occidental, es cada vez más urgente humanizar al cristianismo y desmontar sus supuestos que sólo han alimentado, sangrientamente, a los poderes establecidos por todo el mundo, sobre todo en los lugares de influencia como en América Latina. Y no creo que el papa actual tenga idea alguna sobre nuestras sabidurías, sino desde sus ojos cristianos occidentales.

La Paz, 31 de julio de 2016.