(INFOBAE) La práctica de decapitar curas católicos no es nueva para el extremismo islámico. Luego del cruel asesinato de Jacques Hamel, un sacerdote francés de 86 años, el martes por parte de «dos soldados» del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés), los recuerdos de un episodio similar ocurrido en 2013 en Siria resurgieron en los diarios del mundo.
Se trata del padre franciscano François Murad, quien fue asesinado por el grupo el 23 de junio en Gassanieh, en el norte de Siria, ante una multitud de fieles. El video de su decapitación fue posteriormente publicado en internet.
En el momento del episodio, la web Catholic.org informó: «Los terroristas sirios han decapitado a un sacerdote católico a quien acusaban de colaborar con el régimen de Bashar al Assad. Esas acusaciones aún no se han verificado».
De acuerdo con la agencia de noticias Fides, los responsables del asesinato serían miembros del Frente al Nusra, leal a Al Qaeda.
En el video difundido entonces, tres hombres –incluyendo al que fue identificado como el padre François– se ven sentados en el suelo polvoriento mientras una multitud a su alrededor aplaude y ovaciona al grito de «Allahu akbar» (Alá es grande).
La guerra civil abierta en Siria a partir de 2011 entre el gobierno del presidente Bashar al Assad y grupos rebeldes que buscan derrocarlo ha allanado el camino para el desarrollo de grupos como el ISIS y el Frente al Nusra, que en su accionar han sido particularmente violentos con la población cristiana tanto de Siria como de Irak.
Para ISIS, en efecto, los cristianos y, en general, todo aquel que no adhiera a su visión estricta de la ley islámica son considerados «cruzados» y traidores y, en tanto tal, se sienten con el derecho a asesinarlos.
Hamel, el cura asesinado el martes en Francia, nació en 1930 en Darnétal y fue ordenado sacerdote en 1958. Hacía diez años que trabajaba como cura auxiliar en esa iglesia de Saint-Etienne-du-Rouvray, donde era muy apreciado por los vecinos, según el vicario general de la archidiócesis de la cercana ciudad de Rouen, Philippe Maheut. «Estaba siempre presente para encontrarse con los fieles. Era una persona muy activa», señaló el religioso.