Noticias El Periódico Tarija

Charlene Levis

La peor experiencia de un turista es sin duda Tarija. Deslumbrados por su publicidad a todas luces a todo color y brillante, nos decidimos intentar el larguísimo camino hacia la «Ciudad Andaluza», anidada en nuestros recuerdos de los ochenta. Llegamos al Hotel Los Parrales, un verdadero Oásis culinario y de estética. Standard europeo. Y claro pensamos que si así empieza nuestra visita a Tarija continuará por ese camino…

Pescado fue nuestra primera idea. La Represa de San Jacinto, nos dijeron…Llegamos a un verdadero charco de agua y un lago casi muerto, donde los «restaurantes» botan su basura al lago desde sus «terrazas», quedando muchas veces prendida en los pocos árboles de la zona. ¡Ninguno de estos «restaurantes», tiene un baño ni agua potable! ¡Un asco! ¿No es competencia de algún Municipio?

Quisimos comer afuera… ir al famoso «Gato Pardo» o «Guten», en la Plazuela Sucre, pero un huésped del hotel nos advirtió: «Son lugares casi bonitos, pero la atención es un desastre». A estos «cafe-restaurantes», fuimos 3 veces pensando que iba a mejorar la atención y cada vez fue peor.

Los mozos están afirmados en las puertas o conversando entre ellos y te ignoran totalmente. Cuando se les da la gana vienen a traer la carta, se van y no retornan más, te atienden de mala manera; es un desastre total. «No vayan a estos lugares ni a tomar agua». En otros restaurantes no es mejor, a excepción de El Marqués, donde la propietaria en persona, una verdadera marquesa es amable y culta; también XOXO es un lugar simpático. El Fogón de Gringo, ¡un Restaurante de verdad! Simplemente perfecto, donde por supuesto no se sirve cerdo.

Tarija otorga «en sus folletos coloridos y caros» al visitante una variedad de lugares para conocer. Desde espacios históricos hasta paisajes que deberían mostrar las bondades de la naturaleza.

Hay lugares cálidos como los «Chorros de Jurina», sin una gota de agua pero sí con mucha basura y plástico; papel higiénico y demás… Hay lugares fríos que podrían ser deslumbrantes como las lagunas de Tajzara, si no fuese porque el Lago casi desaparece y en el camino uno ve horribles construcciones de calamina y cemento pintadas de azul… cosas que nos recordaron a El Alto de la ciudad de La Paz, donde sí se ven estupendas junto a construcciones similares y a la maravillosa arquitectura de Freddy Mamani Silvestre, con sus palacetes bellísimos… Pero en Tarija, la que creíamos Andalucía de Bolivia, una verdadera decepción.

Los majestuosos lugares como el Valle de los Cóndores, y donde el turista puede practicar deportes extremos, no sólo es muy difícil llegar, sino que esas comunidades, además de promesas de la Dirección de Turismo, no reciben ningún apoyo y según nos confirmaron los Comunarios, ellos financian todo. Lo único que necesitarían es un poco de capacitación cómo hacer mejor las cosas… .

 He aquí una lista de los 10 sitios turísticos que más decepcionan de Tarija.

1.- La Casa Dorada.-

HERMOSA, bellísima, digna de ser Patrimonio de la Humanidad, con un teatro y acústica incomparables, pero que no funciona más que una vez en cada abril… Durante los 11 meses restantes, como ahora, fueron despedidos sus empleados y si hay un evento, es suspendido ya que nadie puede atender… ¡No todos los turistas pueden visitar Tarija en abril!

La Casa Dorada fue construida en 1903 por encargo del comerciante de orígen judío, Moisés Navajas, a los arquitectos italianos: Miguel y Antonio Camponovo. La planta alta se destinó a los propietarios, mientras que en la planta baja fue para las tiendas de la casa comercial de los Navajas; muy importante por sus finos artículos importados de Europa. Con el tiempo la infraestructura se convirtió en la Casa de la Cultura y se la decretó Patrimonio Arquitectónico Nacional.

2.- Museo Nacional Paleontológico.-

Lleno de polvo y desordenado; sin amor y sin calidad paleontológica. El museo contiene colecciones de material lítico con cerámica, huesos y  metal, vestigios de las culturas que habitaron la cuenca de Tarija. La riqueza fósil corresponde a los mamíferos gigantes de la Era del Hielo. Las estrellas del Museo Paleontológico deberían ser los tres esqueletos masivos de un gigantesco perezoso (Megatherium americanum), un mamut y un enorme ancestro del armadillo. Cada uno de ellos debería estar expuesto en una enorme sala, como en el más sencillo Museo de un pueblo europeo. ¡El Museo Nacional Paleontológico de Tarija, da la impresión de un huérfano abandonado a su suerte!

3.- La Ruta del Vino.-

Una verdadera hermosa experiencia, es Santa Ana de Julio Kohlberg, pionero del vino. La empresa se inició en 1963, cuando don Julio adquirió la propiedad La Cabaña, situada en la localidad de Santa Ana la Vieja, a 15 km de Tarija. De forma artesanal comenzó a elaborar vinos caseros de uvas provenientes de pequeñas y precarias plantaciones de vid en cantidades de 15.000 botellas por año. Con el fin de afianzar esos resultados empezaron las primeras plantaciones de vid con cepas importadas de Mendoza, Argentina, que permitieron lograr mejores vinos y aumentar la producción. En la actualidad tiene más 115 hectáreas de plantaciones de uvas.

El recorrido de la Ruta del Vino, bordea las comunidades del municipio de Uriondo, donde se produce uva en sus distintas variedades, en las que nacen vinos y singanis de alta calidad. El camino es horrible; uno se siente nuevamente en El Alto de La Paz, en versión más estrecha y más pobre, sin esas amplitudes de El Altiplano, donde ese tipo de construcciones armonizan con sus Andes pero, ¿en Tarija qué? Si un turista quiere visitar las grandes bodegas donde se produce el vino, en la Ruta del Vino no se contempla ni una sola expresión cultural andaluza, que dicen es manifestada en las fiestas.

La gastronomía, mis colegas querían probar el «últimamente llamado» plato típico de Tarija, el «Cerdito a la Cruz», ¡un desastre!; poco que elegir y siempre lo mismo. Además de su escándalo con cerdos que se crían en zonas urbanas y se alimentan de desechos, incluso de hospitales y otras inmundicias. Música, canto y bailes sí es bonito, pero ¿sólo para esto viajar tantos kilómetros a Tarija?

4.- Tariquía

La Reserva Nacional de Flora y Fauna Tariquía, está a 105 kilómetros de la capital del departamento. Desde Padcaya deben hacerse 40 kilómetros a pie. Con una superficie de más de 246 mil hectáreas, se observa un bosque enclavado en la selva tucumano-boliviana. Gracias a la difícil accesibilidad no se inició la construcción con calamina y cemento o ladrillos. Es posiblemente el único lugar digno de visitar en Tarija. En el lugar se encuentran misiones jesuitas y dominicas, y es ecológico. Se respeta a la Naturaleza.

5.- El Valle de los Cóndores.-

En la Cordillera del Pabellón, a 60 kilómetros de la ciudad de Tarija, está el Valle de los Cóndores, un santuario natural en el que se encuentra una de las colonias de cóndores más grandes de Bolivia. Se estima que allí habitan unas 200 parejas de aves que pueden sobrepasar los tres metros de envergadura. Como ya advertimos el camino hacia ahí no se libra de horribles construcciones en ladrillo y de enormes elefantes blancos construidos con calamina azul y cemento. Uno se pregunta ¿para quien? Si apenas hay muy pocos habitantes.

6.- Marquiri.-

A 25 kilómetros de la capital, este destino turístico ofrece senderos precolombinos, pinturas rupestres y el chorro de Marquiri, una cascada de 15 metros de altitud.

Este lugar paradisiaco, se mantiene así gracias a que es poco visitado por su inaccesibilidad. Y debió a la misma razón, no es un basural, como toda la ciudad de Tarija.

7.- Chorros de Jurina.-

Caídas de agua de 40 metros de altura que provienen de un río que forma dos causes: «chorro negro» y «chorro blanco». Cada uno se desliza por rocas de su respectivo color. El paisaje queda a 26 kilómetros de la ciudad, en provincia Méndez. Se debe planificar de ir durante la época de lluvia, nos dicen, para ver agua en los «Chorros».

8.- El altiplano tarijeño.-

Se encuentra en Yunchara y El Puente, a 70 kilómetros de la capital, y forma parte de la reserva biológica de la Cordillera de Sama. El altiplano está compuesto por las lagunas de Tajzara, unas más grandes que otras. Todas albergan unas 30 especies de aves acuáticas. Ahí también se encuentra uno de los bosques de cactus más grandes de Sudamérica, con una decena de especies. ¡Ojalá no lo conviertan también en basurero y lo protejan de la contaminación citadina, prohibiendo construcciones ajenas a la Andalucía que queríamos ver!

9.- El Cajón.-

Rumbo al noroeste, partiendo de la ciudad de Bermejo, se llega hacia El Cajón, llamado así porque el río Tarija corre allí encajonado entre rocas y altos árboles. Sería un sitio óptimo para la pesca del surubí, sábalo, bagre, dorado, además de un pez llamado robal, especie de gran tamaño y sin escamas, si los ríos no estarían contaminados y estas especies en franca desaparición.

10.- El Cañón de la Angostura.-

Está ubicado a 18 kilómetros de la capital chapaca. Las paredes de roca sólida, se elevan desde las orillas del río Guadalquivir hasta una altura de 100 metros. Se cree que hace millones de años el valle central de Tarija era un lago que, a principios de la era cuaternaria, un sismo provocó una fisura que dio origen al Cañón de la Angostura. No pudimos visitarlo, pero nos da la impresión de cuanto más lejos se encuentren de la «Tarija Capital», los destinos naturales serán más dignos de visitar, y más probabilidades hay de que sean limpios y hermosos.

El Gran Chaco, más que gas es un ecosistema complejo. El inmenso Gran Chaco tarijeño es apenas una ínfima parte dentro de la majestuosidad del El Gran Chaco Americano, la segunda región ecológica del continente y el bosque seco más grande del mundo, que articula la mitad del continente con la cuenca del río de La Plata. Argentina posee el 40%, Paraguay el 35%, Brasil el 5% y Bolivia el 20%. La parte tarijeña, es una de las más pequeñas y de las más importantes. Desde Entre Ríos hasta Esmeralda, desde Ibibobo hasta Bermejo.

Hablar de El Gran Chaco es hablar del Río Pilcomayo, del Aguaragüe y de los megacampos Margarita, San Alberto y San Antonio. Un ecosistema complejo en proceso de destrucción irreversible, y actualmente en un reciente y febril «boom» económico.

El  Gran Chaco tiene gas pero clama por agua y protección de sus ríos y sus habitantes, valientemente, se resisten a volcar todas sus expectativas en la «industria del plástico”, por consciencia de lo efímero del petróleo y el gas, por la ancestral vocación ganadera, por las costumbres recolectoras y agro-ecológicas, y sin destruir su medioambiente.

¿El Valle de las Flores? ¡Se ven pocas! ¿»La andalucía» de Bolivia? Se ve que no visitaron a la verdadera. ¿El Valle florido?, ¿jardín de amor y de rosas en flor? ¿dónde? El Río Guadalquivir, de los romanceros, que atraviesa la ciudad de Tarija, se va convirtiendo día a día en una cloaca. Desde fines del siglo XX, y desde su pasaje por la ciudad de San Bernardo de Tarija, el Río Nuevo Guadalquivir, está sufriendo una intensa contaminación, principalmente derivada de cloacas y residuos varios.

Como si fuese una canción monótona y repetida, así es el tema del Guadalquivir en las conversaciones diarias de los tarijeños. Río que inspiró a los más grandes artistas de esa tierra, pero que es en la actualidad, el botadero más grande de desechos de todo tipo, desde heces fecales y sangre hasta componentes químicos. ¿Una planta de tratamiento? Es una solución a medias, una respuesta rápida para calmar a los pobladores. Los demás ríos de Tarija corren la misma o peor suerte.

Por suerte en El Gran Chaco el responsable de ríos y aguas dice: «Gracias a Dios, aún hay tiempo para tratar las contaminaciones y malos usos», quien es director de la Oficina Técnica para las cuencas del Bermejo y Pilcomayo, Pablo Canedo Daroca.

Pero y en Tarija Capital, ¿Quién será el responsable? Parece una ciudad huérfana, sin Alcalde. Una ciudad donde su Plaza Principal, que en los ochenta lucía sus hermosos árboles nativos, quedó mutilada por dos aceras dando espacio a más cemento y neón. Cortaron en dos aceras hermosos árboles, que estaban en la lista de árboles en peligro de extinción. Tarija Capital, nos da la impresión de estar también en peligro de extinción y dejar de ser la «Andalucía» de Bolivia, para convertirse en una huérfana sin un Alcalde a quien le importe el destino de su propia ciudad. O ¿será que no es oriundo de Tarija y poco le importa que la casa de su antecesor un eminente Alcalde, Attie, quien planificó bellamente la ciudad de Tarija, se derrumbe delante de sus ojos? Que las, en los ochenta, pintorescas calles de Tarija Capital parezcan una pobre versión de El Alto de la Ciudad de La Paz? Que la basura y los perros callejeros pueblen la ciudad?; ¿Que horribles y apestosos buses y minibuses contaminen el centro? ¿Que los habitantes se vean obligados a construir o demoler sus casas como les dé la gana, porque simplemente necesitarían casi toda una generación para que les otorguen el permiso de construcción? ¿Que regresando a nuestro hermoso hotel «Los Parrales», el único Oásis de Tarija, ya no haya una linda vista al bosque y colinas como antes, sino construcciones salvajes por doquier? Pobre «Tarija Capital», tan Chura que era y es tan poco lo que necesita la maltratada «Tarija Capital», ¡tan sólo un Alcalde que la proteja y defienda!