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LIDIA AZURDUY R./BOLINFO/TARIJA

(elPeriódico-Julio 24/2016) La crisis económica en la que se encuentra sumergido el Departamento de Tarija, no necesita estadísticas o informes, puesto que se la siente y se la vive en las calles; en aquellos negocios que se abren llenos de esperanzas y de ideas productivas pero que no encuentran mercado por lo que deben cerrar casi de inmediato; se siente la crisis en la preocupación de los padres de familia que hacen malabares para llegar a fin de mes y cubrir con algunas expectativas de los hijos; se siente la crisis al no poder asistir a centros que hacen parte al ocio, en cines que se abren como grandes atractivos, porque al final todos anhelan y buscan cosas en común.

Pero se siente de manera más dolorosa la crisis y la pobreza cuando algún pariente fallece por la falta de atención médica oportuna por no contar con recursos económicos para pagar tratamiento alguno; los factores son múltiples para la crisis que se siente, pueden ser explicados desde: puntos de vista de índole política, caída de precios de los hidrocarburos, la falta de inversión en industria, la proliferación del comercio ilegal, el contrabando y otros.

Lo cierto es que como Estado a través de todos sus niveles se ha fracaso en cuanto a la creación de oportunidades para que el ser humano pueda vivir de manera digna, las autoridades todas sólo han maquillado un servicio asistencialista que hoy asfixia la vida cotidiana.

Dicen que la crisis es la oportunidad ideal para crecer, lo cierto es que la realidad es mayor cuando no se cuenta con capital base para emprender, cuando se tiene un sistema tributario aplastante, cuando se debe competir contra el comercio ilegal, cuando la seguridad jurídica no es un pilar fuerte dentro del sistema. Por cuanto es necesario brindar ciertas bases mínimas que permitan a la sociedad ser creativa, pujante y pescadora de desarrollo.

La llamada capital de la sonrisa ha dejado de ser la tierra prometedora de oportunidades, ya no es destino para venir a crecer, menos producir. En tiempos de crisis los trabajos ambulantes han proliferado, las tiendas de comidas buscan llenar las ollas de puertas para adentro; salir a vender artículos de primera necesidad es el común denominador en veredas que se han ensanchado; los artículos que no son tan necesarios también son ofertados con la esperanza de encontrar algún resquicio de venta.

En las calles de Tarija se siente la crisis, la industria es casi inexistente mientras nos ofertan un “Plan de Bienestar”, programas de felicidad, se vende publicidad por doquier con el equivoco rebautizo de “Tarija Capital” hacia una ciudad inteligente y una promesa de desarrollo amparada en la nacionalización de hidrocarburos que no ha logrado generar lo primario: oportunidades de trabajo digno. (eP)