Noticias El Periódico Tarija

Max Murillo Mendoza

Dice la tradicional historia republicana colonial, que el primer grito libertario se inició en 1809 cuando Murillo y sus huestes se hacen de la Junta Tuitiva expulsando al gobernador español. En realidad sólo se trató de un rito de los mestizos y criollos españoles, que cansados de ser los vasallos de los peninsulares ellos mismos querían ser los patrones. Ni más ni menos. Esos criollitos aprovecharon la decadencia del imperio español, para plantearse la toma del poder sin los españoles. La historia tradicional, que es la continuación de la historia imperial, refleja esos acontecimientos como importantes, cuando no lo son sino como continuación de lo que después serán las Estados republicanos y sus justificaciones ideológicas en las letras de los ilustres historiadores republicanos.

Esos criollos que se adueñaron poco tiempo después de las Estados republicanos, nada cambiaron de las realidades impuestas por los funcionarios españoles. Incluso fueron más sanguinarios y explotadores que sus maestros, mantuvieron los impuestos indigenales durante todo el siglo XIX, asaltaron las comunidades para crear haciendas rentables, profundizaron el Estado español burocrático, cruel, expoliador del ciudadano, corrupto, de los papeles y trámites al infinito, discriminador, racista, lleno de ejércitos de abogados entrenados para maltratar al ciudadano. Aspectos que serán el sello contundente de los Estados republicanos coloniales. En esencia nada cambiaran los nuevos dueños criollos y mestizos, sino todo lo contrario: profundizarán las lógicas del engaño y el maltrato al ciudadano, como era nomás cuando los dueños eran los españoles. A esas continuidades la historia tradicional torpemente llamó en sus libros cambios. Dizque fueron cambios, dizque fueron libertades y nuevos países, y pues nada cambiaron en absoluto. Los nuevos dueños de estos espacios republicanos, sólo se dedicaron a expoliar y enriquecerse por doquier porque ya no tenían la competencia española e imperial.

La nueva república de Bolivia nació de manos de esos criollos angurrientos de poder, corruptos por esencia, sin sentido de nación alguna porque eran los cómplices más importantes para la destrucción de nuestras nacionalidades. No podían esos grupos de poder tener algún sentido de nación o cultura. Eran extranjeros ocupantes de un espacio que nunca entendieron. Así Bolivia perderá en esa historia tradicional la mitad de su territorio, porque en esas mentalidades extranjeras y de ocupación no hubo ningún interés territorial, o de ocupación espacial en las fronteras o a lo largo de todo el espacio llamado Bolivia. Miraban a Bolivia sólo como una fuente de enriquecimiento: haciendas, minería, Estado. La nueva república llamada Bolivia se dedicará a la destrucción de las nacionalidades quechuas, aymaras y guaraníes, porque el criollaje y mestizaje consideraban a nuestras nacionalidades bárbaras, atrasadas y no civilizadas, es decir no occidentales. Y el tipo de Estado responderá absolutamente a esta lógica de desprecio a nuestras naciones.

Sin embargo, el poder ideológico y costumbrista de la historia tradicional se encargará de montar esas mentiras en la educación, en la religión y en el Estado republicano. Se encargará también de mentir asombrosamente a lo grande, abriendo incluso una llamada casa de la libertad en la ciudad de Sucre. El ridículo más asombroso cuando nunca hubo tal libertad, y nunca hubo una ruptura real del imperio español sino todo lo contrario. Hasta hoy la historia tradicional enseña semejantes mentiras montadas, construidas y distribuidas por las castas criollas y extranjeras que se adueñaron del Estado republicano. Hasta hoy se repiten esos ritos del criollaje con sus enormes monumentos históricos, justificando desde siempre la imposición de las lógicas imperiales y republicanas a unas realidades que nunca respondieron a dichas lógicas. Hasta hoy no se han construido historias reales y no se han reconstruido los acontecimientos que destruyeron nuestras nacionalidades. Los gestos de historiadores quechuas, aymaras y guaraníes nunca fueron parte de las academias reales bolivianas, sino sólo como trabajos extraños y poco adaptables a las poderosas corrientes de la tradición.

Los gritos libertarios en realidad sólo fueron emputes de las castas criollas y mestizas, contra los patrones de España. Los gritos libertarios son los mejores inventos realizados por los historiadores de las castas criollas, para justificar el cambio de dueños para manejar el Estado republicano, que no era ni más ni menos la continuidad del Estado imperial español: corrupto, expoliador, saqueador, discriminador, racista, burocrático y anti indígena. Esos inventos llamado gritos libertarios, son los rezos costumbristas para convencerse en las castas señoriales de que hubo libertad y hubo cambio. Cuando no existió nada de todo eso.

Cambiar el calendario tradicional de la historia señorial del criollaje republicano, es el desafío más importante de las nuevas generaciones en nuestras nacionalidades. Desmontar las mentiras de las páginas de la historia tradicional también son obras del presente, de inmenso valor histórico. Desmontar himnos, homenajes, recordatorios falsos y cuentos criollos que hieren a nuestros muertos y culturas son definitivamente los desafíos del presente. La guerra ideológica pasa por la creación de nuevas historias, reales y desde nuestras visiones objetivas, desde nuestras cosmovisiones y filosofías. Reconstruir nuestros imaginarios de Estado prehispánico tiene más sentido que nunca, porque el Estado republicano colonial sigue maltratando a nuestros imaginarios y a nuestros mitos.

La Paz, 17 de julio de 2016.