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Nayú Alé de Leyton

 María madre de Dios es el refugio de los hombres, el consuelo de los afligidos, la salud de los enfermos, es la intercesora.

Conozcámosla en la Anunciación

El ángel Gabriel llegó hasta su presencia y la saludó: “salve llena de gracia” (Lc.1) María ha podido ser colmada de gracia porque fue íntegramente disponible para que se cumpliera en ella la voluntad de Dios, su integridad ofrecida a Dios hizo que la gracia de Dios tomara posesión de ella, por eso todo su ser destila gracia, verdad, bondad, perdón, justicia y paz.

El si de María ha hecho estallar la dicha del universo entero, los cielos y la tierra se estremecieron ante su respuesta.

El si de María abrió las puertas para la redención del género humano. Los ángeles del cielo y el mismo Dios recibieron la respuesta con alegría. Se abrieron los cielos para los justos, la redención para los pecadores, la esperanza para todos los hombres, para llegar a la felicidad eterna.

La Maternidad de María

María es madre pero no solo es madre, es nada mas ni nada menos que la madre del Hijo de Dios, tiene un hijo en común con Dios. ¿Qué otro don, que otro regalo, a qué otra distinción puede aspirar una mujer que el amor y la fuente del amor la haya elegido para madre de su hijo? Por la divinidad de Dios Padre el Hijo es Dios y por la humanidad de María, el Hijo de Dios es hombre.

Por el si de María, el Dios eterno, majestuoso y trascendente se hizo “Emmanuel”. Dios con nosotros, hermano nuestro que bendijo con su caminar nuestra tierra y transformó toda la historia de la humanidad en historia de salvación.

María signo de la Alianza

“María en la concepción del Hijo Divino es arco iris esplendoroso” (San Antonio de Padua). Un cuerpo por opaco que sea, si recibe una gran luz se colma de resplandor, ocurre esto con la luna que siendo iluminada por la luz del sol, refleja dicha luz sobre la tierra.

María totalmente humana concibiendo al Hijo de Dios se colmó de resplandor, arco iris signo de la alianza nueva y eterna que une a la humanidad con Dios.

La mujer vestida de sol es nada menos que la Virgen María.