Max Murillo Mendoza
El domingo pasado estuve atento a las elecciones en España, por razones de voluntad respecto de las nuevas propuestas, que al final no las hubo. A las 8 de la noche hora boliviana las cosas ya estaban muy claras: el PP volvía a ganar por segunda vez en menos de 6 meses; me alegró profundamente la derrota de los socialistas de derecha como es el PSOE, y me sorprendió también la reacción de la genta frente a PODEMOS, que en líneas iniciales parecía que se llevaba la victoria de todos los alternativos de España. Dicen los analistas o tinterillos de costumbre, que hubo acontecimientos que influyeron las últimas semanas, el asunto del Brexit, las discusiones cada vez más acaloradas sobre las migraciones del sur y los resurgimientos de los nacionalismos europeos. Aspectos que dieron definitivamente un empujón al ambiente de miedo, de las clases altas y medias europeas. Personalmente no creo, sino en el ambiente generalizado retrógrado que hay en Europa después de la hecatombe económica del 2008.
En todo caso me alegré de la derrota de los socialistas de derecha del PSOE, de su burguesa manera de afrontar los terribles problemas de España, de esos señoritos que se enriquecieron vía corrupción en los gobiernos de Felipe Gonzáles, y de su impunidad típicamente señorial. Me alegré y ojala por fin termine ese ciclo de la impostura, del engaño burgués y pequeño burgués dizque socialista, de las oligarquías de izquierda. Son los más peligrosos por sus discursos engañosos y megalómanos siempre buscando el poder enfermizamente. Sus gobiernos fueron los más corruptos de la España moderna, los más impunes a pesar de sus propagandas de haber conducido a España a la modernidad, a la Unión Europea y al primer mundo. Pero el precio que pagó el pueblo se lo puede ver hoy: desempleo, humillación, migración a países ricos. Las mentalidades conservadoras están contentas, seguirán al mando de España a pesar de todo.
Las propuestas alternativas son demasiado débiles, todavía incipientes y sin claridades necesarias frente a las independencias de países y culturas como Cataluña o el País Vasco. Complejidades donde la política tiene que tener posicionamiento meridiano, porque las postergaciones sólo traen profundos resentimientos sociales que se cobrarán después las facturas históricas. Sé que esos temas son demasiado complejos para las realidades de España. Y pues como en estos lados del mundo, las discusiones sobre nuevas formas de Estado son por demás difíciles temas y exigentes para las propuestas políticas. Y ahí PODEMOS tampoco tiene la suficiente claridad, con sus discursos que cambian dependiendo de los escenarios y dependiendo de las circunstancias. Además veo demasiados miedos, poses y posturas poco agresivas en el buen sentido, como calculando burguesitamente los pasos para no perder mucho, y eso con toda seguridad no les llevara a nada, a ningún lado. La política al final es una apuesta fuerte donde los demonios son uno mismo y los demás. Daba la impresión de que PODEMOS iba para más; demasiadas ilusiones para unos changos que no quieren romper con el statu quo del sistema. Ni modo.
Lamentablemente ni en Europa se está rompiendo la clásica novela de izquierda y derecha, caras de la misma moneda occidental. Esa trampa mortal que hicieron creer a las masas que son enemigas, y son distintas. Esas hermanas gemelas que a su turno toman los Estados para pintarla a su manera, mientras asumen sus propios códigos de usufructo. Y se dan la molestia de entrenar sacerdotes para los ritos suficientes de enajenación y gloria, perversidades religiosas justificadas desde el poder y sus imaginarios. En España la izquierda es el PSOE y sus alimañas oligárquicas pequeñoburguesas y señoriales. Millonarios que se dan el lujo de gastar su tiempo en política, por lo que les interesa un comino lo que sienten los obreros o campesinos, que en muchos casos también en España están hambrientos y desplazados de los mínimos derechos laborales. De PODEMOS no se sabe exactamente que son: izquierda, alternativos contra el sistema, otra propuesta más interesante, radicales postmodernos, en fin. Y mientras no definan bien sus postulados, les irá como el domingo pasado.
Mientras las oligarquías señoriales de derecha e izquierda juegan al circo romano de la política, cinco millones de españoles en edad laboral están desocupados, otros millones reciben rentas y sueldos de miseria y millones de migrantes sobreviven entre la basura, la incertidumbre de lo cotidiano y la limosna de la caridad. Increíblemente millones sin capacidad alguna de realizar cambios o revoluciones o revueltas porque la situación así lo requieren. Esclavos sin alma o esclavos que han asumido la tragedia como normal. Donde debería estar la supuesta izquierda no está, nunca ha estado de todos modos. Sino para engañarles en los show políticos y pedirles los votos para los escaños de la cruel burocracia. Y los alternativos no tienen idea de lo que es la sobrevivencia, la esclavitud humillante sin perspectiva posible. Las estadísticas de la burocracia esconden y tapizan lo que realmente está pasando, sobre lo infrahumano de millones de seres humanos; pero a quién le interesan?
La España de los sueños debe esperar todavía sobre sus propios cadáveres, políticos y sociales, sobre sus propias decepciones y broncas. La España de los sueños, aquella solidaria y quijotesca, se debate en la incertidumbre con sus políticos que no valen una pizca. La España creadora y creativa está bloqueada por el poder de las finanzas oscuras y diabólicas, que son los verdaderos dueños de la política. Si la paciencia no se termina llegarán nuevos días más humanos y generosos. Si no pues que la furia española ojala termine con ese fiasco de la actual política española.
La Paz, 28 de Junio de 2016.