Noticias El Periódico Tarija

Las imágenes de animales muertos a orillas del río Pilcomayo en territorio paraguayo se han propagado como la espuma y han causado alerta sobre la salud de una de las principales fuentes de vida del departamento de Tarija. La situación ha inquietado sobre todo a los pueblos originarios que viven en torno al río, quienes han señalado que conformarán una confederación para defender y solicitar información sobre la situación del Pilcomayo.

La gravedad de las imágenes en la zona Paraguaya ha obligado incluso a los representantes del Ministerio de Medio Ambiente y Agua de Bolivia a salir ante los medios de comunicación para explicar que la sequía no afecta al lado boliviano y que está situación radica en la sedimentación y los desvíos artificiales en los lados paraguayos y argentinos del Pilcomayo.

Pero si bien la sequía y la mortandad de animales no han sucedido en Bolivia, el acontecimiento supone un aviso para comenzar a tomar medidas de urgencia y evaluar con precisión los daños que puedan surgir de los nuevos emprendimientos industriales que involucran al río. No en vano, el director de la Oficina de los ríos Pilcomayo y Bermejo indicó recientemente que han identificado 1.800 puntos de contaminación en la cabeceras de la cuenca, una cifra para nada desdeñable y que merece un análisis profundo, más teniendo en cuenta otros desastres naturales en el país como la desaparición del lago Poopó, en los que han intervenido tanto el cambio climático como la contaminación desmesurada.

Es por eso que, además de realizar acciones inmediatas que frenen el exceso de polución en el caudal, conviene estudiar al milímetro los efectos o daños colaterales que pueden causar los proyectos hidrocarfuríferos- como la futura planta petroquímica de Yacuiba- que se van alimentar con agua del Pilcomayo. Actualmente no existen estudios ni mediciones precisas del caudal del río por lo que el impacto que puede sufrir con estos proyectos todavía es incierto.

La naturaleza es uno de los principales capitales que tiene Bolivia por lo que no se debe descuidar su protección y se han de preservar con mimo todos los recursos medio ambientales. Minimizar un suceso de esta magnitud, por mucho que haya ocurrido fuera de nuestras fronteras, puede tener consecuencias mayúsculas en un futuro no muy lejano. Para evitar eso hace falta un trabajo coordinado y conjunto. Las instituciones han de aplicar políticas y sanciones severas con todos aquellos que incumplan las normativas y provoquen daños medioambientales y los medios de comunicación,  las ONG y organizaciones civiles debemos poner ante la opinión pública estas situaciones y contribuir a la concientización de la sociedad sobre la necesidad de proteger a la madre tierra.  Pilcomayo no hay más que uno.