Noticias El Periódico Tarija

Max Murillo Mendoza

La globalización fue la imposición de los mercados y las bolsas de valores del norte, sobre las leyes de los países del sur. Los países industriales necesitaban vender sus ingentes productos, cada vez con menos mercados y cada vez menos competitivos frente a mercados emergentes, sobre todo del sur del mundo. En esa línea el nacimiento del mercado común europeo, allá por los años 50 del anterior siglo, respondía a las primeras líneas prácticas de cómo hacer negocios y crear mercados poderosos, que por supuesto recreen las nuevas burguesías y su dominio ideológico en la reconstrucción de la Europa de la postguerra. La Unión Europea es entonces una alianza pragmática para fortalecer los negocios, de los países poderosos hacia los países más débiles o que necesiten apoyo en sus procesos de industrialización. Y pues cuando Inglaterra necesitó  imponer sus propios negocios a la Unión Europea, se sumó a ese mercado común; hoy ya no necesita ese ejercicio porque sus ganancias no son tan interesantes como antes, y a pesar de las ventajas comparativas para ciertos sectores sociales: turismo, trabajo en otros países de Europa, etc, la mayoría de la población decidió ya no pertenecer a la Unión Europea.

En realidad triunfó el miedo y el resurgimiento de los nuevos nacionalismos europeos. Los creadores del Estado moderno occidental, no sólo están destruyendo su glorioso pasado del bienestar, sino están desorientados respecto del futuro del mundo. Los ingleses fueron parte del imperio británico, que como cualquier imperio su poder mundial estuvo basado en prepotencia, sangre, saqueo, imposición de sus lógicas legales y culturales. Estaban acostumbrados a imponer por las malas sus propias lógicas de mercado. Pero lo que vive el mundo son nomás los estertores de las herencias de aquellas imposiciones. Los saqueados países y continentes siguen siendo pobres, muchos de ellos bombardeados y destruidos en nombre de los mismos sacrosantos evangelios. Occidente no aprende de su propio pasado, y nunca quiere ver sus resultados. No aprendió que sus nacionalismos le llevaron a dos guerras mundiales; y no aprende que sus enfermedades imperiales y coloniales destruyeron continentes enteros, donde sembraron rencores y deseos de venganza posteriores.

Regiones como el medio oriente, donde los imperios inglés y francés destruyeron y dividieron a las culturas árabes, creando países ficticios y artificiales como insostenibles hoy se debaten entre la ruina y los falsos esquemas religiosos. Las armas que alimentan esos odios creados por occidente, son de manufacturas occidentales. Países destruidos que expulsan millones de habitantes hacia los países ricos. Y África, de donde los ingleses y franceses exportaban esclavos, e hicieron de ese continente su mayor hacienda de explotación, también está sumida en la pobreza y miseria producto de esos efectos coloniales. Millones de africanos prefieren el suicidio de subirse a barquitos casi destruidos, para lanzarse al mar hacia un sueño de muerte que se llama Europa. Es decir, la ceguera de los ingleses sobre su historia y los efectos de ella por el mundo, ganaron en cierto sentido en el llamado Brexit.

El mundo gringo está despistado, sin rumbo claro y empezando a dar tumbos absolutamente impresionantes. La crisis sistémica del capitalismo en el año 2008, al parecer es una crisis terminal del sistema capitalista. Ciertamente el capitalismo seguirá como sistema; pero es claro que sus supuestos están en entredicho, pues los propios ingleses ponen en duda la competencia y los mecanismos de ese sistema. Los nuevos inventos de la ideología gringa: islamismos, terrorismos, yidaismos, son reemplazos a los anteriores inventos: comunismos y extremismos, para encubrir sus propios intereses globales. Con todo es demasiado evidente que el mundo gringo está desorientado, porque las condiciones y las realidades del mundo han cambiado.

El Bretix sólo abre la caja de pandora del mundo inestable de hoy. El descontrol de las finanzas capitalistas desde el año 2008, es ahora muy claro. La inestabilidad del mundo gringo y sus supuestos son evidentes. Si no fuera por su prepotencia imperial y militar realmente el mundo habría marcado mayores cambios y diferencias. Sin embargo a no cantar victoria, porque los monstruos agonizantes son los más peligrosos, los más violentos y sanguinarios antes de su muerte. Nadie esperaba que los ingleses rechacen a la Unión Europea, es decir ahora todo puede suceder en aquellos pasillos imperiales y coloniales, hasta lo que parecía ya enterrado por la historia y la propia evolución de la civilización occidental: guerras y nacionalismos ultraconservadores. Se va cayendo el telón de la novela occidental, de sus engaños y de sus maquinaciones coloniales, de sus pintas desde siempre pinceladas de lindos colores, de museos ensangrentados y sumidos en las teorías más sofisticadas posibles, para disimular siglos de actuaciones macabras y espeluznantes. Inventaron a su dios cristiano, inventaron a su economía, inventaron el Estado para colonizar el mundo; hoy ya no necesitan de esos inventos porque sus mentiras son demasiado evidentes.

La Paz, 26 de junio de 2016.