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Agencias

El librero hongkonés Lam Wing-kee se negó a quedarse callado tras ser liberado después de ocho meses detenido y bajo estricta vigilancia de agentes chinos, sin derecho a un abogado o a realizar una llamada a sus familiares, y hoy consiguió que miles de hongkoneses compartieran su indignación.

Unos 6.000 ciudadanos de la isla, según los organizadores, protagonizaron este sábado una manifestación en contra del régimen chino y en defensa de las libertades de la región, que comenzó en la librería Causeway Bay, que gestionaba Lam, y acabó unas cuatro horas después frente a la oficina de representación de China en Hong Kong.

A la cabeza de la protesta, Lam transmitió un mensaje claro nada más llegar: el Gobierno chino «quiere reducir las libertades de Hong Kong». Y los hongkoneses le apoyaron con pancartas, en las que se podía leer: «Creemos a Lam Wing-kee» o «Abajo el Partido Comunista de China (PCCh)», según recogen los medios locales.

Las declaraciones de Lam a principios de esta semana sobre cómo fue tratado por agentes chinos en un arresto que considera «ilegal», dado que infringe el sistema judicial independiente de la isla, ha dado un nuevo giro al caso de los cinco libreros hongkoneses desaparecidos a finales de 2015.