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Max Murillo Mendoza                                                                                                                                                                      

El MIR (movimiento de la izquierda revolucionaria) fue uno de los partidos más corruptos de la historia republicana. Tenía interesantes secuencias; aunque típicamente señoriales, es decir pertenecía a una parte de las élites coloniales de Bolivia. Cierto que el grueso de su militancia era nomás de cholaje popular, es decir mestiza. Los dueños eran los señoritos hijos de militares, como el cacique Paz Zamora, o los señoritos Aranibar, y muchos con apellidos árabes, croatas, alemanes, hijos del latifundio que se empobreció con la reforma agraria del 52. Esos hijos de papi empobrecidos se emputaron con ciertos niveles de las dictaduras, para inventarse un partido político y buscar a como dé lugar el poder. Consiguieron el poder a como dé lugar: se aliaron al dictador Banzer, otro extranjero descendiente de alemanes. Esos hijitos de papi no podían quedarse al margen de la historia republicana. Cuando tomaron el poder hicieron lo que sus padres ya habían hecho: asaltar y robar en competencia las arcas del Estado colonial republicano: objetivo cumplido para esa generación de fracasados.

Hoy dizque piensan volver, lo dice el dueño del MIR y cacique Paz Zamora. Creen que otra vez es su oportunidad de ofrecer algo al país. Es el regreso de las momias vivientes, como en esas películas tontas de miedo, donde el milagro de ultratumba resucita a unos seres muertos y con ganas de seguir jodiendo a los vivos. Ese cadáver putrefacto de la política tradicional boliviana, enterrada por su misma historia, probablemente vuelva de la mano de momias o personajes coloniales como Paz Zamora; pero que por supuesto no significarán absolutamente nada en las actuales condiciones históricas. Estas momias vivientes siguen pensando que el pueblo son sólo ovejas, o masas amorfas que siguen ciegamente a señoritos bien o con buenos modales y discursos, como en sus épocas. A pesar de errores actuales y percepciones todavía republicanas y coloniales, las condiciones objetivas de los pueblos han cambiado y se han modificado considerablemente. Pero estos personajes coloniales, que siempre han vivido en nuestro país mirando a sus culturas de sus propios países, nunca entenderán de lo que sucede, y de lo que realmente necesitamos o demandamos.

El fracaso generacional que fue el MIR y de la izquierda tradicional boliviana de clase alta, dejó claramente establecido las distintas historias que hay en estos territorios. Aquellos señoritos inquietos y dizque de buen corazón, no sólo fracasaron sino demostraron que son más corruptos y menos entendidos en temas de Estado. Nunca tuvieron lecturas claras de estas realidades, porque no cambiaron nada cuando les tocó estar al mando de las estructuras del Estado. Eran los colonialistas más ingenuos, o quizás hechos a los ingenuos para robar de maneras más ingenuas. Ese rotundo fracaso dejó al país más pobre, enajenado al extremo, asaltado en todas sus instituciones, corrompido por todas partes. Los señoritos de la izquierda no estuvieron a la altura de los acontecimientos, ni mucho menos. Creyeron que Bolivia era una más de sus haciendas.

Pues bien, el retorno de las momias vivientes del MIR no será noticia extraordinaria. Conocemos sus modales coloniales, sus tufos extranjeros y sus exóticos “entronques históricos”. Será la repetición de unos abuelos degenerados que nunca estuvieron ubicados. Otra vez oportunistas y sin aprender realmente nada de lo sucedido. En definitiva también conocemos las repeticiones históricas de estos grupos coloniales, porque sus desconocimientos de nuestras realidades son proporcionales a sus ocurrencias políticas. Siguen considerando que son el centro del universo, y que no existe memoria alguna sobre lo que hicieron y lo que son. Ese despiste y falta de respeto a las coyunturas actuales les costará otra vez el rechazo monumental del propio cholaje mestizo, que también han cambiado en sus percepciones políticas y visiones hacia el Estado.

Los hijitos de papi de la izquierda tradicional no aprenden, al parecer ni las repeticiones erráticas les provocan algo de conocimientos. Son nomás los mismos hijitos de la hacienda colonial, y confunden psicológicamente al país como si estuvieran jugando en sus lindos patios de las haciendas de sus padres. Creen que pueden hacer lo que piensan, y lo que piensan nunca tuvo que ver con este país.

La Paz, 13 de junio de 2016.