Por esas casualidades de la vida, en nuestra portada se reflejan dos realidades lacerantes que golpean nuestro vivir… no es una exageración ni querer hacer más grande el problema, son situaciones cotidianas que están muy vinculadas a nuestra calidad de vida, que precisan de atención inmediata y que, sin embargo, parece haber autoridades que no lo consideran así y por tanto simplemente le restan importancia y son renuentes a referirse a ellas.
El polémico caso del botadero de basura municipal, sus desechos inmundos y peligrosos, sus chanchos hambrientos e insaciables, sus criaderos y mataderos clandestinos, su realidad fuera de la ley y sus autoridades indolentes, insensibles e inaccesibles. Una evidencia con diversas aristas, desde los porcinos alimentados con porquería de mucho riesgo para la salud pública, faenados para vender su carne de dudosa garantía y calidad al consumidor humano… hasta las miles de toneladas de basura sin clasificar ni seleccionar enterrada durante años posiblemente afectando las napas de agua subterránea que bebemos quienes vivimos en esta tierra, es decir, existe mas que una duda razonable sobre la carne de cerdos criados en el botadero municipal en las condiciones explicadas que podría estar contaminada y el agua de pozos que podría sufrir las consecuencias del mal tratamiento de los desechos del mismo botadero… es muy serio… eriza la piel la falta de respuestas claras y concretas, la ausencia de acción inmediata, la falta de voluntad para tomar decisiones de fondo.
Centenas de vehículos de gran tonelaje (camiones, tractores, buses, etc.) circulan a velocidades peligrosas en una zona donde estudiantes de todas la edades ingresan y salen de un colegio, cruzan de un lado a otro las mismas calles, sorteando las moles con ruedas conducidas por inconscientes choferes que creen que por estar detrás de un volante pueden espantar a quien se les ponga al frente. Sucede cada semana sin el control ni preocupación de personeros municipales y menos policiales… a pesar de la denuncia pública, a quienes deben actuar «no se les mueve un pelo», casi como esperando que suceda una tragedia, como en el caso anterior sin dar explicaciones, sin querer responder al cuestionamiento popular. Son actitudes que rayan la vergüenza y el cinismo, de parte de funcionarios públicos que lo menos que hacen es servir a la colectividad. Por eso el «no importismo» y el mutismo se han convertido en la marca registrada de una gestión municipal que no tiene respuestas, que no tiene alternativas, que carece de capacidad, imaginación, creatividad y menos de voluntad para atender las demandas ciudadanas.