Nayú Alé de Leyton
Recordamos el día del maestro, los niños y los jóvenes ofrecen sus presentes a sus maestros agasajándoles de manera que en esa manifestación, sientan su gratitud, cariño y respeto.
La palabra maestro es una palabra sagrada, porque Maestro es Jesús, el que enseña, por eso a los educadores se les dio ese nombre.
Todos los trabajos son buenos, necesarios y tienen su mérito, pero el trabajo de enseñar es único, porque se trabaja, se modela la mente de los niños y jóvenes. Por eso el maestro tiene que tener el concepto claro de su misión; las almas de los niños que son confiadas a ellos, pueden encontrar alegría, entusiasmo, luz en los conocimientos si el maestro es una persona que trabaja por vocación y con responsabilidad.
La clase es un lugar y un momento de compartir ideas, ideales, conocimientos y hasta sentimientos, es el espacio en que el maestro no solamente debe sembrar conocimientos, sino es la oportunidad de sembrar valores, es la oportunidad de modelar la personalidad de los estudiantes.
Hoy, más que nunca, nuestra niñez y nuestra juventud necesitan orientación, principalmente en sus hogares pero necesariamente en las aulas porque siempre se ha dicho que la escuela es su segundo hogar. Ellos están aprendiendo, están recibiendo las enseñanzas y los ejemplos como la tierra recibe la lluvia que la fertiliza y luego da frutos, de la misma manera que tú, maestro enseñas, modelas y tratas a tus alumnos, ellos actuarán en el futuro cuando la responsabilidad de hombres y mujeres recaiga en sus manos. Por eso maestro de hoy, tienes que ser consciente de tu labor, busca en tu mente, en tus recuerdos a los que fueron tus maestros. ¿Qué recordarás? ¿Momentos felices, enseñanzas sabias o al contrario maestros malhumorados, indiferentes que no te comprendían, que no te han dado confianza ni cariño? Usa tus experiencias, busca lo positivo y enseña con amor, con caridad, con comprensión.
Debes conocer los anhelos y los ideales de tus alumnos; míralos individualmente a cada uno, porque cada uno es diferente del otro y a cada uno se le debe dar un trato especial, cada alumno tiene su personalidad, es por eso que en una clase no se puede tratarlos como a un número o una ficha.
Ellos esperan mucho de ti. Tú, maestro, tienes mucho que ver en sus vidas, busca el ejemplo del Maestro que recibió el respeto y el amor de sus discípulos, enseñando con sencillez, Él que era sabio, enseñaba con ejemplos, comparaciones para que los que no sabían, le comprendieran.
Los padres y maestros tienen una gran responsabilidad, de educar y enseñar a respetar a sus padres, a sus maestros y a sus compañeros, a pesar de sus errores y de las diferencias que puedan tener los unos de los otros, porque todos hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios.