Somos celosos guardianes de lo que consideramos nuestro, de lo que nació en este terruño, y eso sirve para defenderlo a ultranza pero también de discurso a algunos «avivados» para conseguir otros objetivos ligados a sus intereses personales y políticos. Nunca se ha aceptado la intromisión de poderes externos y cuando se ha sentido que esto sucedía, se lo ha tomado como una agresión, hemos querido lo nuestro para nosotros y que nadie de afuera venga a decirnos que hacer con lo que es de propiedad nuestra. Tal vez por ahí comenzamos a entender ese sentimiento que busca la autonomía, ese decidir nosotros y dirigirnos nosotros sin intromisiones.
Por momentos, como región y Departamento hemos impuesto lo mencionado en el anterior párrafo rechazando lo contrario a nuestro sentir y vivir y a quienes tuvieran la intención de decirnos como hacerlo. Lo malo es que esa autosuficiencia bien entendida podía rayar la soberbia dependiendo del líder de turno y eso abría frentes complicados e innecesarios, más allá de que muchas veces nos quedamos cortos en demostrar con resultados que realmente somos efectivos cuando de diseñar nuestro futuro se trata. Los tarijenos no hemos sabido hacerlo a pesar de gozar de las condiciones propicias, ideales, y ya no caben las acusaciones dirigidas a un poder central invasivo como queriendo descargar responsabilidades, no cabe esa disculpa porque simplemente hemos tenido la libertad y el espacio para decidir el camino hacia el desarrollo y casi lo llevamos a un despeñadero.
Cuando se escuchan voces de intervenir Servicios Eléctricos de Tarija (SETAR S.A.), descentralizar el Servicio Departamental de Caminos (SEDECA) o que la Empresa Tarijena del Gas (EMTAGAS) sea absorbida por YPFB… Las reacciones no se dejan esperar cuidando lo nuestro pero sin ver que todas estas empresas prestan servicios deficientes, de calidad cuestionable y que además, están bajo la lupa por constantes denuncias de corrupción.
Alguien dirá que igual tenemos derecho a equivocarnos sin que nadie (gobierno) se entrometa y tal vez tenga algo de razón, pero es mas que seguro que nadie tiene el derecho de jugar con el futuro de nuestros hijos administrando mal nuestras instituciones y empresas y por ende nuestros recursos, con los que debe construirse ese futuro de progreso que continúa siendo un sueño.