Karen Arauz
Decir que el país en su conjunto a estas horas está pasando un tenso momento debido a la delicadísima intervención quirúrgica a la que ha sido sometido el Presidente por rotura de ligamentos de una rodilla, sería hipócrita y falso.
Para comenzar, su auto valoración como jugador de elite y de su estado físico envidiable pese a las visibles adiposidades tiene a la mayoría, escépticos. La negativa de asumir que los años no pasan en vano, es otro indicativo que hay cosas que con el ego y la infaltable claque no alcanza. Es bueno que estando a las puertas de la tercera edad, Evo Morales, se dedique al ejercicio físico como un modo de mantener su salud. Pero todas las exageraciones son malas. Hacer del futbol y del fulbito diario, sin importar lugar, momento ni necesidad, la actividad prioritaria de la agenda presidencial, trae consecuencias como la que nos ocupa. Por momentos pudo dar una imagen simpática, por lo que muchos observaron con benevolencia esa fijación deportiva. Aunque es digna de admiración su tenacidad para tratar a sus casi cincuenta años de convertirse en un crack solicitado y de renombre internacional, es una excentricidad.
Es tal su obsesiva compulsión, que a pesar de tener un avión privado de los más cómodos y lujosos, llegar del largo y fatigoso vuelo al imperio para el inicio de la Copa América, directo a aplicar los conocimientos adquiridos en el partido inaugural, es bastante infantil e irresponsable. El ponerse un disfraz de súper héroe con capa incluida y lanzarse de un balcón, son actitudes propias de algunos niños traviesos que no tienen aún, uso pleno de la razón.
Cándidos bolivianos esperaron un operativo impresionante en el Hospital de Cínicas ante la inminencia del arribo de semejante paciente. Se imaginaba que se pondría en acción un verdadero batallón de empleados, cambiando vidrios rotos, surtiendo la farmacia de gasas y sueros, que se cambiarían los colchones y sábanas y se pondrían a los pacientes que esperan en el suelo de emergencias, sobre humildes pero dignas camillas. Bueno, ya sabemos que se le evitó al Presidente el traumático paso por un hospital público. Como dicen sus adláteres, no sólo goza de privilegios, sino que es un enviado directo de Dios. Por lo tanto, una lujosa clínica privada, con junta médica convocada de emergencia y trasladados en aviones y helicópteros, es lo que correspondía.
Los discapacitados que con férrea decisión, continúan en su reclamo y protesta por una bono -pero sobre todo por la oportunidad anhelada y por supuesto negada- de lograr ser escuchados por el Presidente supuestamente de todos los bolivianos, deben estar pensando en las ironías de la vida. A Evo Morales le espera una larga recuperación, e inevitablemente tendrá que recurrir a una silla de ruedas o unas buenas muletas. Al menos por un momento, sabrá lo que es la incomodidad y la frustración de estar incapacitado.
La lesión deportiva que con detallada precisión inunda los medios, nos ilustra con exactitud de qué se trata una rotura de ligamentos. ¿Y qué son los ligamentos? En fácil, son unas bandas elásticas que no sólo flexibilizan partes de articulaciones, sino que mantienen unidad y comunicación entre las partes. Cuando esas bandas elásticas se rompen, se corta la conexión. Muy simbólico.
Este desastre en las ligaduras, podría tener explicación en la mecánica. Una de las causas de un rompimiento, se llama fatiga. Los materiales, por muy sólidos que sean, eventualmente sucumben ante la fatiga. El debilitamiento de la ética política, de la moral, de la confianza y la credibilidad gubernamental a la que hacía mención García Linera, ahora ya lo sabemos- no es atribuible a la oposición como sería su deseo. Es fatiga.
«La fatiga es el proceso de cambio estructural permanente, progresivo y localizado que ocurre en un material sujeto a tensiones y deformaciones variables en algún punto o puntos y que produce grietas o la fractura completa tras un número suficiente de fluctuaciones». No podríamos haber encontrado una definición más exacta y más certera.
La fatiga, el cansancio, el agobio, es lo que da por resultado, la intolerancia pública hacia todo lo que signifique esta administración de gobierno. Las falacias y manipulaciones, cansan. También el abuso y concentración del poder, ese constante violentar las instituciones, es un todo aderezado con un obsceno afán de desprestigio y desprecio del contrario. No se comprende que es lo que ellos consideran conducta ética y moral. Y quien hubiera dicho, que sería su pasatiempo preferido el que lo acercaría a la verdad. El lecho del dolor, será, probablemente, el espacio de reflexión tan necesario del que Evo Morales ha carecido por más de una década. Regocijémonos. Los caminos del Señor son misteriosos.