Noticias El Periódico Tarija

Raúl Pino-Ichazo Terrazas

(Abogado Corporativo, postgrado en Arbitraje y Conciliación, Docente universitario, Escritor)

Elevado contingente de personas relacionan las virtudes con la religión, especialmente con la católica, apostólica y romana, porque son afines a sus principios, además de puntualizar que quien dio ejemplo de virtudes y las enseño con su vida y en las innumerables parábolas que relato, fue el propio Jesucristo, empero, estas virtudes pertenecen al ámbito moral de las personas por lo que, haciendo excepción de cualquier religión, todo ser humano debería practicarlas justamente para lograr su equilibrio personal y equidad en su relacionamiento con el prójimo que es inevitable en esta vida.

Estas virtudes, considerándolas en el estricto espacio moral de las personas, deberían ser incorporadas a la conciencia moral de todos y, ya su origen etimológico es contundente  e impresiona para discernirlo: virtud del latín cardo, que significa en español quicio, debido a que toda la vida moral gira en torno a ellas; como ejemplo coloquial exacto: la puerta que gira alrededor de su quicio.

Las virtudes son principales o capitales porque se dirigen o apuntan a la más importante  y difícil esfera moral del individuo que, como se puede inferir, las mismas no se reciben por obra y gracia del Espíritu Santo o por algún milagro prosaico, se necesita para comprenderlas y practicarlas frente al prójimo discernir cada día su profundo contenido filosófico, observando logros y traspiés en su definitiva incorporación para que se transformen en marcos de referencia inmutables en la conducta humana.

Las virtudes como la justicia forman la voluntad de reconocer a cada uno el derecho que le corresponde; en nuestro país los marchistas y bloqueadores ven, como caballos de tiro, solo sus intereses y derechos, pisoteando a discreción los derechos de los demás, entonces, se vive en una sociedad inequitativa y egocentrista. La virtud de la justicia tiene virtudes auxiliares como la obediencia (a la ley a los derechos de otros), la gratitud que es  la voluntad de reconocer de buen grado el respeto a los derechos de todos.

La prudencia, maravillosa virtud, capacita al individuo a reflexionar sobre la forma y los caminos conducentes  al fin último que es juzgar y establecer el obrar racional y aplicarlo o prescribirlo en cada caso particular.

La fortaleza es la valentía o disposición para, conforme a la razón, como bien más elevado, arrostrar o enfrentar peligros, sobrellevar incesantemente y no retroceder. La fortaleza vence al miedo que se arredra ante el mal inminente y refrena o dosifica la audacia que  desafía al riesgo y a la muerte. La fortaleza dispone de virtudes accesorias como la paciencia o el soportar las adversidades; la generosidad, o sea, la energía y decisión en el ataque valeroso, guardando la proporcionalidad, especialmente con peligro de muerte; se cita también la munificencia o la prontitud en sacrificar bienes en pos de fines buenos; la tenacidad o firmeza frente a las dificultades del diario vivir.

La templanza que se relaciona con la potencia del apetito sensible que contiene el placer dentro de los límites de la razón. La moderación es una virtud auxiliar de la templanza para comer, beber y los placeres sexuales, igualmente el dominio de sí mismo para no dejarse desviar de sus convicciones hacia el bien y, para aplacar las violentas excitaciones y la ira; la clemencia que es la indulgencia al castigar y la modestia que regula la individuo en su exterior. Hay mucho para reflexionar.