Sergio Reyes Canedo
Muchas de las religiones que gobiernan el corazón de los apóstoles de la política contemporánea, que hacen de ella “El Dios” de “su” verdad, han sacrificado mas cuerpos y almas en los altares de su doctrina, que las guerras de Alejandro y las batallas de Atila, invocando una orden divina para justificarse…..
En 1942 se celebró la Conferencia de Wannsee, que inauguró la “solución final”, Karl Adolf Eichmann fue designado para diseñar la logística de las deportaciones hacia los campos nazis de concentración y muerte.
A comienzos de 1946, el genocida escapó y se escondió en diversos lugares de Alemania hasta que en 1950 obtuvo un pasaporte emitido por el Comité Internacional de la Cruz Roja y una visa argentina, con la ayuda de un fraile franciscano, y partió rumbo a Buenos Aires desde el puerto de Génova (Italia) el 15 de julio, a bordo del “Bolzano”, con documentación apócrifa a nombre de Riccardo Klement.
Eichmann fue localizado por agentes del Mossad en San Fernando, al norte de la capital Argentina; El primer ministro israelí, David Ben Gurion, ordenó su captura y traslado a Israel para su juzgamiento. El 31 de mayo de 1962 el criminal de guerra nazi, fue ejecutado en la horca de la cárcel de Ramla, la única vez que en Israel se aplicó la pena capital.
El acusado alegó la obediencia debida a órdenes “superiores”.
El poco conocido “Holodomor” (en ucraniano, “matar de hambre”), también llamado Genocidio ucraniano u Holocausto ucraniano, fue la hambruna que asoló el territorio de la República Socialista Soviética de Ucrania, en el contexto del proceso de colectivización emprendida por la URSS, en los años de 1932-1933; ahi murieron de hambre entre 1,5 y 10 millones de personas en nombre del sueño socialista.
Los años de sangre y miedo que Mobutu Sese Seko le exprimió a la república del Kongo, en palabras de su “babalau” (sacerdote) de cabezera, se debió a las órdenes de “Changó” una deidad africana.
La dinastía Douvalier en Haití, que torturó mucho y mato a más…tuvo como anfiteatro la apologeta del vodoo; el “embele” (machete) fue el íconono de ley en ese país todavia empobrecido.
Leónidas Trujillo (El Chivo) hizo gemir a la República Dominicana, sumergió el país en un estado de pánico y fue considerada como una de las tiranías más sangrientas de América Latina; su gobierno se caracterizó por la represión a toda oposición y el culto a la personalidad.
En los países donde la democrácia política se estrella contra los muros de algún “carismático” que captura el voto ciudadano, pareciera que la memoria hecha “agua bendita” sobre quienes decapitan la economía y se ejercitan el el arte del terrorismo de Estado.
Los Kichnner enfermaron de corrupción su gobierno y asistencialismo al pueblo argentino, en nombre del socialismo del siglo XXI.
Collor de Mello, Lula y Dilma, decapitaron las arcas públicas y “privadas” invocando el nombre de una democracia que prometió mucho y poco pudo.
Hugo Chavez, exhumo el cadaver de Libertador Bolivar y en su nombre protagonizó una “revolución” que hoy pone al pueblo de Venezuela cara a cara frente a una guerra civil.
En Bolivia, el primer presidente indígena, entronado en una ceremonia “andina”, gasto lo que otros Gobiernos gastaron en 45 años, los escándalos de corrupción que todavía enfrenta, son “santificados” en nombre de una coartada ideológica llamada “proceso de cambio”.
Las matanzas, el hambre, el desvalijo y el malevaje politico, en todos los casos, fueron según sus protagonistas, hechas en nombre de un poder “superior”; sin embargo, todas al final tienen un patrocinador… escrito en el título de este artículo.