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PABLO ZENTENO/e&e/BOLINFO

Con una serie de obras paralizadas, con industrias, como la azucarera, que sigue el mismo destino, a lo cual se suma el cierre paulatino de empresas constructoras y otras de servicios por no poder cumplir con las disposiciones vigentes en cuanto al aspecto laboral, el Departamento de Tarija comienza a sentir los efectos de una crisis económica aguda, tal vez la más importante en su historia reciente.

En los pasados días, la Cámara Departamental de la Construcción, CADECO, informó que, de las 150 a 200 empresas que tenía registradas en sus listas en la época de reciente “bonanza” que vivió la región, en la actualidad sólo un promedio de 90 estaban afiliadas a la misma, pues muchas se vieron en la necesidad de cerrar sus puertas, debido a la recesión económica que se vive en la región, producto de la caída de los precios del barril de petróleo, lo cual derivó en que la Gobernación suspenda la ejecución de una serie de obras programadas con este sector.

A ello se sumaron las cargas laborales e impositivas desde el Gobierno Nacional, lo cual creó un panorama sumamente adverso para el desarrollo de empresas, y en la región este tema se acentuó aún más debido a otros factores, hasta políticos, que afectan el trabajo de factorías que se constituyen en el polo económico de sus regiones, como es el caso de Industrias Agrícolas de Bermejo, que tiene un panorama incierto ya no sólo para la zafra 2016, sino para la supervivencia misma de la factoría.

PERO, ¿QUÉ DICEN LOS ESPECIALISTAS?

En éste contexto, al consultar al economista y analista Gabriel Gaite Úzqueda sobre si éste panorama es una comprobación de que la región está en crisis, señaló que existe una desaceleración de la economía tarijeña debido, obviamente, a la reducción de los ingresos de la renta petrolera (regalías e IDH) como consecuencia de la baja de los precios internacionales del petróleo, en un 65% entre el 2015 y el 2016; situación que se manifiesta en la disminución del Producto Interno Bruto departamental que se encuentra fuertemente influenciado por el valor de la producción de gas natural y por la reducción de la inversión pública (Gobernación, Municipios y Universidad).

“No existe información clara sobre el cierre de empresas. Lo que se conoce es que las empresas ligadas a la construcción están atravesando una difícil situación financiera por la menor dinámica de nuevos contratos y, especialmente, por las deudas impagas de la Gobernación y los Municipios. A esto se suma el contrabando, la economía informal y el trato duro de la Renta Interna”, explicó.

Asimismo, señaló que es muy difícil predecir qué pasará con el futuro de las empresas en Tarija, especialmente las ligadas con contratos con el sector público, pero es indudable que existen nuevos desafíos que se deben encarar con prioridad en Tarija, como la instalación de la Petroquímica en el Chaco, que puede dar lugar a un abanico de empresas derivadas, la construcción de la presa de Carrizal (360 MW de potencia) y el proyecto conjunto del riego de 40.000 hectáreas en el Chaco tarijeño, el potencial hidrocarburífero a desarrollar, entre otras.

“La actual crisis financiera de la entidades subnacionales debe ser una oportunidad para repensar el futuro de Tarija, más allá de la era del gas”, sentenció Gaite Úzqueda.

Finalmente, a tiempo de aclarar que, de todas formas, no todo es negativo en el futuro, pues la estabilización de los precios del petróleo, entre 50 a 60 $US/barril, que podría darse hasta el 2017, pueden considerarse como muy bueno, el economista fue enfático al asegurar que los tarijeños estábamos mal acostumbrados a un precio extraordinario de 100 $US/barril, por lo que, de ahora en más, lo importante es sanear las finanzas de las instituciones públicas y plantearnos una agenda de desarrollo para hacer de Tarija una economía y una sociedad sostenible en el tiempo, sin la dependencia absoluta de la producción de gas natural, en un esfuerzo conjunto entre el sector público y el sector privado.