En un día como éste como que todas las noticias se dejan de lado porque está dedicado a un ser sublime e insustituible, en un día como éste nada vale más que dedicarle el mayor tiempo posible a quien se merece la eternidad más pura, en un día como éste nuestro corazón late de otra manera porque dentro sentimos que es poco para quien le debemos la vida entera. Es el día de la Madre, un ser que tiene más de Dios que de ser humano, para el que no alcanzan los 365 días del año ya que en cada uno de ellos deberíamos manifestarles nuestro amor. Es un día especial, es un día en el que quienes aún tenemos la dicha de gozar de su presencia deberíamos grabar en nuestra retina cada instante… un día en el que quienes ya no la tienen a su lado derraman una lágrima que duele por su ausencia inconmensurable.
Nuestras calles se convulsionan, los horarios se alteran, nuestros ritmos varían, es el día de Mamá… de quien guarda en el pecho un amor infinito para sus hijos, por quienes daría la vida misma sin dudarlo un instante, de ese ser que supo luchar y vencer a pesar de las adversidades, que se desveló noches enteras cuando estaban enfermos o cuando no volvían a casa un viernes de copas. Aquel angel para el que no crecemos, para el que seguimos siendo esos «mocositos» de andar inseguro que precisan una mano que los guíe y sostenga… aunque insistamos en decirle que ya crecimos, que el tiempo pasó, que somos auto suficientes… para Mamá eso no importa, respeta inflexiblemente el mandato que Dios le dió… darnos la vida y amarnos de por vida.
Llego un 27 de mayo más aunque las fechas no cuentan, los corazones laten rápido en cualquier lugar cuando se le dedica un día a la Madre… el sentimiento es el mismo y se expande, se difunde con rapidez y envuelve a propios y extraños pues todos vinimos a este mundo a través de ella. En la medida que se acaba el día sentimos como que queremos que no sea así, que siga siendo «su» día, por lo menos en el que hacemos un espacio en nuestro tiempo para dedicárselo sólo a ella… sin darnos cuenta que el almanaque no importa y todas las jornadas las deberíamos dedicar a quien nos entregó todo a cambio de nada.