Noticias El Periódico Tarija

Esta fiesta tiene su origen en el año 1.230, en las visiones de la monja cisterciense Juliana de Monte Cornelión, priora del monasterio de San Martín de Lieja. En ellas se le manifestó la voluntad divina de que se observara una fiesta del Santísimo Sacramento. En 1.261 el Papa Urbano IV será testigo de un milagro que confirmaba estas visiones, conocido como misa de Bolsena, en que brotó sangre de la Hostia consagrada.

Esto sirvió para que en el año 1.264 publicara una bula que instituía esta fiesta. El Papa Clemente V en el Congreso de Viena del año 1.311 hará esta fiesta obligatoria para todos los católicos y será Juan XXII quien confiera su forma definitiva al añadirle uno de sus elementos primordiales, prescribiendo para todas las parroquias procesiones especiales en las que se paseara la Sagrada Forma por las calles a fin de que todos los hombres pudiesen contemplarla y adorarla.

El punto final de la evolución deberá fijarse en el Concilio de Trento de 1.551 donde adquirió el sentido de manifestación triunfal de la Verdad contra la Herejía. Los primeros datos de esta celebración en España se centran en Valencia en 1.355. Durante el Concilio de Trento, derivados de las normas del mismo, se dio máxima importancia a las celebraciones de las fiestas eucarísticas, tanto a nivel profano (fiestas públicas, autos sacramentales, etc.) como a nivel religioso (solemnidades de cultos y riquezas de actos litúrgicos).

Según Manuel Trens : «Esta nueva fiesta litúrgica no nació con nombre propio y definitivo. Urbano IV no le da denominación propia. Empezó a hablarse de un festum de hoc excellentissimo Sacramento. Se la llama Sacramentum, festivitas, dies Sacramenti o simplemente Eucharistía Christi, mientras franceses y alemanes vertieron en su lengua el nombre de esta fiesta, en España se ha mantenido su denominación latina de Corpus Christis».

En Trujillo durante los siglos XV, XVI y XVII esta fiesta del Corpus alcanzó gran importancia, de tal forma que será un punto obligado de referencia. Autoridades eclesiásticas, gremios y cofradías se encargaban de los preparativos de los festejos que daban comienzo el Jueves del Corpus y duraba la octava. Los maitines y las horas canónicas precedían a la misa, celebraba la cual se sacaba en procesión la Custodia. Para la procesión se contrataban danzantes y músicos que eran apreciados por los vecinos y gentes llegadas de las diversas poblaciones comarcanas.
En Trujillo, a partir del siglo XIX, se concreta casi exclusivamente en procesión. La reverencia y devoción que se exigía en la Procesión queda claramente expresado al decir: «tienesse mucho cuydado que ningún clérigo salga de la processión y que todos vayan cantando con mucha devoción».