El chancho a la cruz ha emergido en los últimos tiempos como uno de los platos predilectos por tarijeños y foráneos, impulsado en parte por el empeño de las autoridades que buscan posicionar este animal como uno de los atractivos gastronómicos de la ciudad y del departamento. Pero quizás la fama de este suculento plato pase a mejor suerte luego de las imágenes y el reportaje publicado por este diario en el que se da cuenta de que cientos de chanchos salen a diario a cenar los desechos del botadero municipal de Pampa Galana.
¿Se imaginan a algún turista que quiera degustar el chancho a la cruz después de conocer cuál es la alimentación de estos cerdos? Pocos serán los que digan que sí. Pero al margen del turismo, al que las autoridades buscan convertir como uno de los pilares fundamentales como alternativa a la dependencia del gas, la falta de control de estas mismas autoridades está poniendo en juego la salud de los tarijeños. En ese relleno sanitario se acumulan miles de sustancias tóxicas y productos de todo tipo, desde pilas hasta llantas de vehículos pasando por materiales sanitarios utilizados en los centros de salud y en los hospitales.
¿Y qué dicen las autoridades? La misma cantinela de siempre: “Estamos trabajando para mejorar los controles”, “falta personal para realizar los controles”, “vamos a analizar la situación”, “los chanchos que van al matadero pasan por estrictos controles de seguridad alimentaria”…. ¿Se imaginan que por otros lares cuando saltaron los escándalos de las vacas locas, o la gripe aviar, o cualquier otro tipo de problema alimentario, las autoridades actuaran con la misma parsimonia y desfachatez?
Pero además, el problema no acaba con el escándalo de los chanchos, que deja otras interrogantes abiertas sobre el negocio que se encuentra detrás, sino que pone al descubierto otros males el botadero que conviene tener en cuenta y no dejarlos en el olvido. El relleno sanitario está colapsado, no hay diferenciación de los materiales que ahí se vierten, no tiene las condiciones adecuadas para evitar que las sustancias tóxicas se filtren y acaben contaminando los acuíferos y los pozos de agua que se encuentran en sus proximidades.
Esta falta de conciencia y de control de las autoridades se contradice con el cuento aquel de las campañas electorales en el que la salud iba a ser una de las principales prioridades para el departamento y para la ciudad. La salud no entiende de colores políticos ni de intereses partidarios por lo que hay que dejar manejarla como eslogan y trabajar de una vez por todas en mejorarla. La problemática del botadero municipal no es falta de recursos ni es culpa de la crisis económica. Solo hace falta decisión y voluntad política.