Un niño de diez años, cierto día, se dirigió a su madre que estaba en la cocina preparando la cena y le entregó un pedazo de papel que había escrito. El papel manuscrito por el pequeño decía lo siguiente:
a) Por cortar el pasto del jardín: Bs. 10.-
b) Por limpiar y ordenar mi cuarto esta semana: Bs. 15.-
c) Por hacer mandados: Bs. 5.-
d) Por cuidar y hacer jugar a mi hermanito menor: Bs. 25.-
e) Por sacar la basura a la calle: Bs. 5.-
f) Por sacar buenas notas en el colegio: Bs. 20.-
g) Por limpiar y recoger las hojas secas del patio: Bs. 10.-
h) Total adeudado: Bs. 90.-
Su madre lo miró fijamente a los ojos y en aquel momento el niño pudo ver todos los recuerdos de su corta vida que pasaban por su mente… ella, sin decir palabra alguna se acomodo en una silla de la mesa de la cocina, tomó un bolígrafo y al otro lado del papel escribió:
a) Por los nueve meses que te cargué mientras tú crecías dentro de mí: Es gratis…
b) Por todas las noches que me senté a tu lado, te cuidé y rece por ti: Es gratis…
c) Por todos los momentos difíciles, y todas las lágrimas que me has causado a través de estos diez años: Es gratis…
d) Por todas las noches que estuvieron llenas de temor y por las preocupaciones que sé que vendrán a medida que vayas creciendo: Es gratis…
e) Por los juguetes, la comida, la ropa, y hasta por limpiarte la nariz: Es gratis…
Y cuando lo sumes todo hijo mió, veras que el precio de mi amor infinito por ti, fue, es y será por siempre gratis…
Cuando el niño terminó de leer esto, las lágrimas se le estaban corriendo por las mejillas, miró dulcemente a su madre a los ojos y le dijo tiernamente: “Mamá, mamita amada, mamita de mi vida… no sabes lo mucho te quiero”. Y ambos se fundieron en un abrazo que es difícil de describir.