Cuentan que una vez un hombre mayor caminaba por la playa contemplando el mar, cuando a lo lejos diviso una figura de un hombre que parecía bailar entre la blanca arena y el agua cristalina del océano.
Al ver ese raro espectáculo inmediatamente se apresuró para acercarse más a esa persona y ver exactamente lo que estaba haciendo.
Cuando se acercó a él se dio cuenta que no estaba bailando sino tomando las estrellas de mar que estaban en la arena y arrojándolas mar adentro tan fuerte como podía.
Sin poder entender lo que sus ojos veían le pregunto entonces: «¿Qué haces mi joven amigo?». Este mientras se agachaba a recoger otra estrella de la arenilla le respondió: «La tarde está prácticamente cayendo y por ende la marea bajando, si no arrojo estas estrellas al agua al alba morirán, así que las estoy enviando dentro del mar otra vez».
Tras escuchar esa respuesta el hombre mayor sonrió irónicamente y le dijo en un tono burlón: «Pero hay miles de playas en todo el mundo, donde millares de estrellas de mar morirán. ¿Crees tú que con eso harás la diferencia?».
El joven se detuvo en su labor por un momento, suspiró posando su mirada fijamente ante el hombre mayor, seguidamente tomó otra estrella, la arrojó con toda su fuerza e inmediatamente le dijo: «¡Bueno, acabo de hacer la diferencia para esa!».