Max Murillo Mendoza
La consciencia humana es misteriosa como la misma naturaleza humana. Nadie sabe en realidad el sentido de la presencia de nuestra especie en la tierra, sino como la especie más privilegiada en medio de otras especies de la naturaleza. Hoy se conmemora un año más de la liberación de los campos de exterminio nazi, donde la mayoría de los asesinados, torturados y humillados hasta extremos que sólo los humanos realizan, eran judíos. Dicen que seis millones de judíos fueron exterminados en esos campos de la muerte, donde murieron otros millones sólo por haber sido distintos a los alemanes. El pueblo más culto, más educado, civilizado y desarrollado de Europa, como era el alemán, protagonizó las matanzas más crueles como injustas antes y durante la segunda guerra mundial. Hasta hoy quedan las dudas y las preguntas sobre semejantes actitudes, del pueblo más avanzado y civilizado de Europa. Ya no son suficientes los argumentos de que unos cuantos locos convencieron a todo un pueblo, a semejantes barbaries modernas.
Sin embargo los holocaustos modernos han sido y siguen siendo muchos, en los mismos términos que los alemanes masacraron a millones de seres humanos. Las guerras de Vietnam y Corea, las guerras en nombre de todas las ideologías que se realizaron durante la guerra fría, donde norteamericanos y soviéticos justificaron cualquier absurdez y estupidez para apoyar golpes de estado, asesinatos masivos e invasiones a mansalva a todos los países que no comulgaban con sus rezos ideológicos. Y los judíos poderosos, sus oligarquías, también hicieron lo suyo con los pueblos árabes, sobre todo con el pueblo palestino. Bombardeando y asesinando miles de personas como venganza directa de su propio holocausto. Las masacres que se están produciendo en Siria, Irak, Libia y en todos los lugares de África repartidos por absurdos sistemas religiosos que sólo han traído muerte al hombre. Las religiones como las ideologías son campos de la muerte, dominados por poderosos intereses que se encubren en los mantos religiosos sin sentido alguno, como en las ideologías pasadas de moda y reliquias de la guerra fría, que no han producido sino odio y resentimientos sociales que acabaron por supuesto en sangre y más odio.
La historia moderna es la historia de la sofisticación de los holocaustos, cuanto más refinados y civilizados son las culturas occidentales pues más criminales y violentos son. La modernidad sólo es la historia de las masacres más horrendas y crueles. Quizás en esa misma línea, lo que se llamó desarrollo y progreso con razón fue el ataque más despiadado y directo a la naturaleza, destruyendo y arrasando todo lo que encontró a su paso: cambio climático y contaminación ambiental. La economía justificó toda esa hecatombe y depredación de la naturaleza, con todas las teorías en boga. En definitiva el holocausto judío es sólo una vertiente, la punta del iceberg, de todo el pensamiento moderno que por supuesto se engendró, nació y se impuso por todo el mundo a sangre y fuego por la civilización occidental, y es hasta hoy el paradigma exclusivo de desarrollo y política.
Por el sur del mundo lamentablemente la historia de la colonización impuso a oligarquías nativas sirvientes, lacayas y copiadoras de ese pensamiento. Nada han inventado o creado desde el sur, todo lo copian venerando y adorando a los dioses de la civilización occidental. Desde siempre son más destructivos que sus mismos patrones del norte, son más papistas que el papa, son más violentos que sus padres. De esto la literatura es amplia y profunda. Estas oligarquías que se acomodan a todas las modas ideológicas, se mimetizan y se camaleonizan hábilmente para seguir manteniendo sus intereses coloniales, y estos grupos pues han imitado también con otros holocaustos por estos lados del mundo, destruyendo y aniquilando a nuestras nacionalidades milenarias y ancestrales, a nuestras culturas que son las dueñas legítimas de estas tierras desde hace miles y miles de años. Las excusas son las mismas: progreso y desarrollo. Nos consideran no aptos para el progreso, no potables para el desarrollo. Así el círculo vicioso de dicho paradigma se cierra con la misma crueldad del holocausto judío.
Estos días el occidente judeo cristiano recuerda a los millones de judíos sacrificados en nombre del progreso y el desarrollo, en nombre de la sagrada civilización occidental blanca, cristiana y creyente de la teleología histórica. Ese mismo occidente y sus lacayos por el sur del mundo, nunca recordaron a los miles de millones de indígenas sacrificados y asesinados, por las mismas razones que los alemanes hicieron a los judíos. Paradojas y paradojas que nos deberían llevar al menos a sospechar, dudar y revertir las lógicas guerreras del pensamiento y el paradigma occidental, a quiénes adoran de rodillas todas las oligarquías refinadas como educadas se consideran por el sur del mundo. De estos grupos nada podemos esperar, sino el engaño y los discursos.
La técnica y refinada ciencia alemana fabricó los hornos crematorios más sofisticados, para borrar y disimular la refinada y educada crueldad de la civilización occidental, en aquellos campos de la muerte. Esas mismas mentalidades tenemos entre nosotros, porque la contaminación de esos referentes civilizatorios son demasiado frecuentes, nuestras nacionalidades siguen siendo la excusa perfecta para la imposición de esos pensamientos. Los Estados inventados por ellos, como colonizados, sólo han servido para generar holocaustos culturales, ambientales y racistas porque nunca pertenecimos a sus lógicas, ni sus coordenadas históricas como culturales. Y necesitamos reconstruir aquellos Estados destruidos, asaltados y saqueados por siglos y siglos de civilización occidental guerrera y científica. Pues no lograron borrarnos con sus hornos crematorios culturales y refinados, seguimos vivos, esperando el pachacuti que ya se oye en el tiempo y el ciclo de otro tipo de historia.
El holocausto ambiental provocado por occidente, reclama a nuestros ancestros el regreso de nuestros espíritus, de nuestros dioses que protegían a nuestra casa común. Eso depende sólo de nosotros mismos. Pacha. Revuelta y Retorno al principio.
La Paz, 8 de mayo de 2016.