Noticias El Periódico Tarija

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Puede suceder en barrios periférico o en calles céntricas, la invasión del comercio informal es implacable, no se detiene, todos los días avanza y la gente se siente impotente al tener que sortear mantas tiradas en las aceras, carritos que venden baratijas o jugo de naranja y hasta material escolar. Con relación a las costumbres latinoamericanas, Tarija ciudad ha respetado religiosamente el utilizar sus calles y avenidas para realizar una serie de eventos, unos ocasionales y otros que se repiten de manera permanente. Existen normas que prohíben el uso de ciertos espacios públicos como la Plaza de Armas para cualquier tipo de manifestación de carácter político por ejemplo, sin embargo otros lugares son prácticamente la base oficial para ferias ya sean de juguetes, ropa, comidas y bebidas.
Una de las ferias más famosas es la Villa Fátima que cada sábado del año invade cuadras de arterias vitales de la urbe generando conflictos vehiculares de magnitud y la molestia consiguiente para peatones y conductores, pero resulta que es como si se tratara de un mal necesario porque finalmente «quien no cae resbala» en ella. No nos imaginamos lo que tienen que soportar los que viven por la zona pues pierden toda clase de privacidad, se dificulta el acceso a sus domicilios, la suciedad se apodera de sus aceras que se ven «bañadas y adornadas» con el producto de humanas necesidades, incluso su propia seguridad esta en juego porque los amigos de lo ajeno frecuentan estos eventos buscando desprevenidos para quitarles lo suyo y también observan las viviendas para decidir si entrar es fácil o no. Lo que no se entiende es porque esos vecinos permiten que esta Feria siga ahí. Dicen que los comerciantes pagan un cierto «canchaje» diario que beneficia a los propietarios o al barrio, puede que esa sea la explicación de porque vale la pena aguantar semejantes situaciones, incluso se habla de que hay quienes alquilan sus propios baños a los «apurados» compradores que no tienen donde descargar «sus pasiones». Igualmente cerca del parque Bolivar o en el Barrio Avaroa, los vecinos se ven sometidos por la invasión de comerciantes y la inercia municipal, otras zonas populosas como el barrio SENAC también ahora soportan a las ferias ambulantes en las que se vende ropa usada, comenzó en una canchita y ahora abarca cada vez más cuadras con la ausencia brillante de las autoridades ediles en su tarea de control.
Es tiempo de que las calles y avenidas de nuestra ciudad estén siempre libres y expeditas, que nada las obstruya, si es que seguimos hablando y creyendo en la Tarija amable, término que se usó y usa política y demagógicamente, es tiempo de reorganizar a los comerciantes y educar a la población, es hora de definir un lugar o lugares de carácter permanente, con las comodidades necesarias para tal motivo, preparados para recibir grandes cantidades de personas, de manera que dejemos de ser una especie de ciudad «persa» sin ley y sin nadie que asuma la responsabilidad de cuidarla y transformarla. Mientras la actitud del municipio sea sólo la de esconder la cabeza en la arena, no poner coto a éstas realidades y llenarse la boca con eslogans bonitos pero alejados de lo que vive el vecino, es justamente éste quien sentirá en carne propia las consecuencias del descuido y dejadez de quienes tienen la obligación de conducir la ciudad hacia mejores tiempos.