Alfredo Colque Machicado
Economista Máster
en Economía del Gas
y Petróleo
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El presidente Evo Morales y la dirigencia de la Central Obrera Boliviana (COB) anunciaron, como regalo para este primero de mayo, Día Internacional de los Trabajadores subir en 9% el salario mínimo nacional (SMN), que pasará de Bs 1.656 a Bs 1.805, y en 6% el haber básico, ante esto es necesario realizar un análisis desde el punto de vista netamente económico, para ver si este incremento, que a propósito es con carácter retroactivo a enero de 2016, se justifica o no en tiempos de crisis.
Para intentar responder esto, un primer análisis nos hace ver que durante estos diez años, el gobierno nacional apostó al gasto público financiado con ingresos de los hidrocarburos y la deuda externa, relegando lamentablemente al sector privado, que es el verdadero motor de una economía. 10 años de bonanza hidrocarburífera, que permitieron también 10 años de “bonanza económica”, pero hoy con los precios internacionales del petróleo por el suelo y nuestras reservas naturales por agotarse, vemos que todo era un espejismo, una realidad que no podía sostenerse en el tiempo y que ahora se derrumba cual castillo de naipes.
Otro antecedente que puede ayudar a responder esta cuestionante, es decir si se justifica o no el incremento salarial, tiene que ver con la desaceleración de nuestra economía, la misma que también se explica por los efectos de la bolivianización de nuestra economía, que en su momento según el Ministro Catacora, esta política salvaría al país de la inflación, sin embargo hoy vemos que más bien la priva de una válvula de escape, que podría otorgarle una devaluación de la moneda nacional, acción que a propósito recomendamos para salvar la economía.
Consideramos esto, porque según los datos estadísticos de nuestra economía para el primer trimestre de este año, vemos que el superboliviano lo único que a ocasionado, es restarle competitividad a las exportaciones no petroleras, de una diversidad de productos bolivianos. A este contexto hay que sumarle el “control” que hace la Aduana de las fronteras, que sigue siendo insuficiente, por todo lo que sale del país sin registro y también por todo lo que entra, afectando al sector productivo en su generalidad, además de un posible impacto de El Niño, todos estos elementos podrían generar que no solo las exportaciones, sino toda la actividad productiva del país registren una caída preocupante, y un déficit de la balanza comercial sin precedentes.
Además de estos fríos datos de la macroeconomía, vemos también que hoy las calles no están en calma y el ambiente social esta tenso. El principal tema de conversación entre los bolivianos es la situación económica y, sobre todo, el desempleo y no es para menos ya que nuestro país registró una tasa de desempleo del 4,9% en diciembre pasado, en comparación con el 3,5% que alcanzó en diciembre de 2014. Por su parte, el «empleo informal» (principalmente subempleo y empleo no remunerado) pasó del 65,7% en 2010 al 80,1% en 2015. Esto hace prever que el desempleo seguirá subiendo, a pesar de este incremento salarial que beneficia a un porcentaje reducido de trabajadores en el país, está claro entonces que la “bonanza económica”, solo era un espejismo, representado por una gran cantidad de dinero caído del cielo, pero que lamentablemente fue mal administrado.
Un detalle interesante que también debemos considerar para entender mejor si este año se justifica o no el incremento salarial, es que pese a las declaraciones del propio Presidente, “que es su obligación como gobierno nacional atender las demandas que tienen nuestros trabajadores”, el hombre fuerte de la economía nacional las contradecía, me refiero al Ministro de Economía y Finanzas Públicas, Luis Arce Catacora, que se mantenía hasta el último momento en su postura de un incremento no mayor al 4%, esta situación se debe a que el Ministro conoce muy bien actual la situación económica del país, que lamentablemente es la peor desde que asumieron el Gobierno, ya que el aumento salarial desde 2006 al 2015 era del 9% en promedio anual a excepción del año 2010 que llego apenas al 5%, siempre por encima de la tasa de inflación registrada un año antes, situación que lamentablemente no sucedió este año 2016, en el que el incremente salarial es de apenas 6%, pese a las advertencias del propio Ministro de Economía y Finanzas Públicas.
No hay duda alguna que el incremento salarial es una reivindicación justa de los trabajadores asalariados del país, sin embargo todos los indicadores económicos muestran que este año no se justificaba un incremento salarial, no por encima por lo menos del 4%, peor en tiempos de crisis, por tal razón debemos advertir que esta situación, sumada a la caída de la producción boliviana, la competencia desleal, el contrabando de productos, los precios bajos en mercados externos y el cambio climático, podría generar una preocupante recesión, es decir más desempleo e inflación y una contracción del mercado nacional, ahondando aún más la crisis económica nacional.
Ante este sombrío panorama es necesario considerar un Plan Anticrisis, con el objeto de que desde el estado en sus tres niveles de gobierno se priorice lo necesario e importante, un plan que implique ajustes en el gasto público, priorizando los proyectos y programas más útiles para el país, dejando a un lado las inversiones y gastos políticos, que se han demostrado no ser económicamente sostenibles, un plan anticrisis, que aliente las inversiones privadas.
Estos son los argumentos netamente económicos, más allá de si son justas o no las reivindicaciones laborales, por tanto dejo que ustedes saquen sus propias conclusiones y analicen si este año se justificaba o no un Incremento salarial, en tiempos de crisis.
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