VÍCTOR BURGUETE/BOLINFO/TARIJA
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(elPeriódico-abril 29) Al hablar de guerra química inmediatamente se viene a la cabeza la fotografía de aquella niña vietnamita que en 1972 corría entre sollozos desnuda por la carretera que va de Vietnam a Camboya abrasada por el napalm. Aquella foto tomada por el fotógrafo Nick Ut dio la vuelta el mundo y desveló a la humanidad los horrores de la intervención estadounidense en la guerra de Vietnam.
El uso del arsenal químico en las contiendas bélicas había sido utilizado mucho antes en la primera y segunda mundial provocando innumerables daños contra la población civil. La conmoción por las imágenes del sufrimiento de Vietnam acabó por obligar al gobierno de Estados Unidos a retirar sus tropas del país asiático, sin embargo, el uso de las armas químicas continuo en los siguientes años.
En 1997 la comunidad internacional quiso frenar y prohibir el uso de armas químicas en los conflictos bélicos a través de la Convención sobre las Armas Químicas entró en vigor en 1997 y otorgó a la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPQC) el mandato de erradicar para siempre el flagelo de las armas químicas y de verificar la destrucción, en los plazos establecidos, de los arsenales de armas químicas declarados.
Bolivia se adhirió al tratado en 1998 y en la actualidad, 192 Estados han ratificado este convenio de prohibición, tal y como señala la OPQC. Sin embargo, no se ha conseguido el desarme químico total de los países y el uso de las armas químicas se han seguido utilizando en conflictos contemporáneos.
En 2004, durante la invasión de Estados Unidos a Irak, el ejército del país norteamericano utilizó en sus ataques fósforo blanco tal y como salió a la luz posteriormente en los diferentes medios internacionales causando graves daños en la población civil. También en Oriente Medio, en 2008, cuatro años más tarde, Israel utilizó este mismo tipo de arsenal químico contra la población civil de Palestina, ataques que fueron denunciados por ONG internacionales como Human Rights Watch, Amnistía Internacional o la Cruz Roja Internacional.
En estos últimos años, la población siria, que lleva atrapada en una guerra fraticidad desde 2011, también ha sufrido en sus carnes los horrores de las armas químicas. En 2012, El régimen sirio de Bashar al Assad reconoció por primera vez poseer armas químicas y amenazó con utilizarlas en caso de intervención militar occidental, pero nunca contra la población. Sin embargo, en 2013, el régimen de al Assad uso armamento químico causando la muerte de alrededor de 1.300 civiles, según alertaron las ONG que cooperan en el terreno.
Tras la condena internacional, el gobierno sirio entregó las últimas 1.300 toneladas de armas químicas en junio de 2014, según afirmó la OPQC. Sin embargo, varios países occidentales han expresado desde entonces sus dudas de que el Gobierno de Bashar al Assad hubiera declarado todo su arsenal.
Hoy se celebra el Día de Conmemoración de Todas las Víctimas de la Guerra Química una ocasión para reflexionar sobre las terribles consecuencias de estas armas y rendir homenaje a sus víctimas. Según la OPQC, La destrucción de los agentes de guerra química declarados del mundo ha aumentado al 90 por ciento, pero todavía queda trabajo para la eliminación total de este armamento. (eP)
Kim Phuc, la niña vietnamita y su relación con Nick UT
VÍCTOR BURGUETE/BOLINFO/TARIJA
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La niña vietnamita de la imagen se llama Kim Phuc y tiene 53 años. A diferencia de lo que suele suceder con el resto de fotógrafos que retratan los horrores de la guerra, Kim mantiene relación con Nick Ut, el fotógrafo que plasmó la imagen con la que obtuvo un premio Pulitzer. Nick Ut, tras fotografiar la escena en 1972 agarró a la niña y la subió inmediatamente a la furgoneta para llevarla a un centro sanitario. En declaraciones a los medios internacionales el año pasado, el fotógrafo recordó que Kim gritaba “me muero” y se encogía llorando mientras su piel se despedazaba.
A raíz, de ese encuentro, el fotógrafo y la Kim forjaron una relación de amistad. “Le llamo mi tío”, contaba Kim a la prensa sobre sus lazos con el fotógrafo. Actualmente Kim Phuc, madre de dos hijos –de 21 y 18 años– vive en Canadá, donde les dieron asilo a principios de la década de los noventa. El año pasado, Kim viajó al vecino país de Estados Unidos, ese que le quemó el cuerpo, para someterse a una terapia con láser que le está reconstruyendo el tejido quemado.