Max Murillo Mendoza
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Murió Prince Rogers Nelson a sus 57 años. Encontraron su cadáver en su mansión de Minessota en Estados Unidos y todo indica que fueron las drogas con sus sobre dosis, lo que ocasionó esta muerte casi temprana. Personalmente no conocía a este agringado moreno sino por noticias en estos años de sus extravagancias mundanas típicas de artistas de aquellos países ricos, donde ya nada es importante sino su egoísmo y narcisismo brutal sobre cosas más importantes de la vida. Millones de dólares para malgastar en casas lujosas, drogas, negocios turbios y cositas que el sistema permite totalmente mientras alimentan al monstruo del mercantilismo antihumano, antiético e insultante de los miles de millones de pobres que sobreviven día a día en este mundo, buscando alimentos en la basura o soñando engañados de las promesas de cambio y revolución por todo el mundo.
El mundo se ha contaminado y se ha dejado vencer por esas mentalidades frívolas y estúpidas de los países ricos, donde gastar millones de dólares o donde ser triunfadores y number one a cualquier costo, es el deporte favorito para pisotear a los demás, a los fracasados del sistema, a los marginales que ya no sirven sino para ser consumistas y animales económicos, y sólo estadísticas para las justificaciones de libros académicos de unos gurus del conocimiento sirvientes del sistema. El mundo ha sido pisoteado por esas mentalidades triunfalistas del poder y la fascinación de la impunidad: el fin justifica los medios y las ideologías son simples cosméticos en dichos fines. Hoy todo es valido y justificado para parecerse a los magnates gringos, a los magnates de las oscuridades del sistema. Los medios de incomunicación bombardean desde tempranas horas esa ideología del triunfo, con sus rezos cristianos de buena voluntad y de dar limosnas a los pobres y marginados: al final solo ellos son los culpables de su pobreza. Mentalidades cada vez más adoradas por las juventudes organizadas por todos los sistemas, y engatusadas para buscar salidas por la vía de la impunidad y la búsqueda enfermiza de dinero y poder.
No tenemos en nuestros repertorios musicales artistas que valgan la pena, que sigan luchando por aquellos ideales para hacer de este mundo algo mejor, donde no se justifique impunemente de que tienen que haber pobres y ricos, porque Dios así lo ordena. Los cantantes modelos y esquemas a seguir son aquellos que en el fondo odian a los marginados, a los desfavorecidos de este mundo: gastan irracionalmente millones de dólares sobre hambre y miseria de sus mismos países. Esos modelos y esquemas están alimentados por todos los medios de incomunicación como íconos del triunfo, como íconos a seguir e imitar, cuando en realidad sólo son payasos utilizados por el modelo para justificar un esquema económico, una manera de ver y pensar y actuar frente a los profundos problemas no resueltos: guerras imperiales. migrantes, miseria en medio de riqueza, y marginados de la vida misma porque así lo hace el tipo de modelo y economía que impera en este mundo, tan irracional y corrupto que a nadie le interesa cambiar.